La salud de un niño puede verse comprometida no solo por una madre que fuma o bebe durante el embarazo, sino por la obesidad y la mala alimentación de ambos padres mucho antes del acto de la procreación. Lo que un padre y una madre comen, y si tienen un sobrepeso serio, en otras palabras, puede tener «profundas implicaciones para el crecimiento, desarrollo y salud a largo plazo de sus hijos antes de la concepción», se advierte en una publicación de The Lancet, lo que debería aumentar la conciencia de los «factores de riesgo previos a la concepción», dijeron los investigadores.
«La evidencia del efecto preconcepcional sobre la salud de por vida es ahora tan convincente que requiere una nueva guía sobre la preparación de los padres para el embarazo, comenzando antes de la concepción», afirmó Judith Stephenson, Profesora del University College de London y autora principal de la serie.
Los estudios, que combinan una revisión de la literatura anterior y nuevas investigaciones, mostraron que los hábitos de estilo de vida de los padres, no solo las madres, pueden tener un impacto directo en el bienestar de la descendencia. «El período preconcepcional es un momento crítico en que la salud de los padres -incluido el peso, el metabolismo y la dieta- puede influir en el riesgo de futuras enfermedades crónicas en los niños». «Si bien el enfoque actual en los factores de riesgo como el tabaquismo y el exceso de consumo de alcohol es importante, también necesitamos nuevos impulsos para prepararnos nutricionalmente para el embarazo en ambos padres».
La obesidad en uno o ambos padres, por ejemplo, aumenta las posibilidades de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, enfermedades inmunes y diabetes en la descendencia.
Se cree que la obesidad materna aumenta los niveles de inflamación y las hormonas, que pueden alterar directamente el desarrollo del óvulo y el embrión. Esto, a su vez, aumenta las probabilidades de enfermedad crónica más adelante en la vida.
En los hombres, ser obeso conduce a deficiencias en los espermatozoides asociados con muchas de las mismas afecciones.
Consecuencias a través de las generaciones
La malnutrición en las madres también puede conducir a problemas de desarrollo en sus hijos, encontró la revisión.
«Las consecuencias pueden extenderse a través de las generaciones, pero el conocimiento de estos vínculos no es generalizado», señalaron los autores.
«La mala nutrición y la obesidad abundan entre las mujeres en edad reproductiva, y las diferencias entre los países de altos y bajos ingresos se han vuelto menos claras, con dietas típicas que no llegan a las recomendaciones nutricionales, especialmente entre los adolescentes».
Las conclusiones se basaron en parte en dos nuevos análisis de mujeres en edad reproductiva -18 a 42 años- en Gran Bretaña y Australia.
Estos estudios mostraron que las mujeres a menudo no están «preparadas nutricionalmente» para el embarazo, dijeron los investigadores.
Alrededor del 96 % de las mujeres, por ejemplo, consumieron hierro y folato por debajo de los niveles recomendados, 14.8 miligramos y 400 microgramos por día, respectivamente.
Ajustar la dieta después de que ha comenzado un embarazo a menudo no es suficiente.
«La administración de suplementos de micronutrientes durante el embarazo puede corregir las deficiencias importantes de nutrientes maternos, pero no es suficiente para mejorar fundamentalmente la salud infantil», concluyeron.
Las escuelas deberían preparar a los jóvenes adultos, niños y niñas, para la futura paternidad, según recomiendan los estudios, señalando que alrededor del 40 por ciento de los embarazos en todo el mundo no son planificados.
«Los esfuerzos para mejorar la nutrición y el comportamiento de salud a nivel de la población son necesarios para apoyar los esfuerzos individuales entre los que planifican antes del embarazo «, concluyeron los autores.
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