La semana pasada tuvo lugar en Buenos Aires el 24o Congreso Internacional “Salud: crisis y reforma” organizado por la Cámara de Empresas de Salud de Argentina y la Organización Iberoamericana de Prestadores de Servicios de Salud”, con participación de expertos de Argentina, Uruguay, México y España.
En la oportunidad, el tema central fue Educación y Salud. En su discurso inaugural en presencia del Vice Ministro de Salud de Argentina y destacadas autoridades nacionales e internacionales, el Dr. Norberto Larroca, Presidente del Congreso destacó que, la Educación y la Salud son dos caras de la misma moneda. Educar es crear conciencia y prevenir es defender la salud.
Reproducimos a continuación en su totalidad los conceptos expresados.
Dn. Noberto H. Larroca. Presidente del Congreso.
Iniciamos el XXIV Congreso Internacional, de este importante debate. Una vez más voy a hablar en Defensa de la Salud, buscando un nuevo paradigma, que le de a la sociedad argentina la seguridad asistencial que le corresponde.
En esta etapa de la lucha por la vida necesitamos anclajes y es muy importante hablar de educación, y hacer un homenaje a este gran presidente que tuvimos: Domingo Faustino Sarmiento.
Este hombre, que se preparó antes de asumir para ser Presidente, cuando le tocó dijo: “Espero poder hacerle a América un hijo importante en el Sur”.
La figura de Sarmiento ratificó el trabajo de Juan Bautista Alberdi, lanzando una moderna y extraordinaria Constitución, después de debatir con los verdaderos hombres que desarrollaron nuestra Argentina heroica.
Sarmiento fue el responsable de reordenar y consolidar con su mandato la República. Hoy hablo nuevamente en nombre de la Salud porque nosotros estamos formados en el paradigma de atender la enfermedad y no estamos cumpliendo con el legado de la educación y la salud para la comunidad.
Perseguimos un cambio de paradigma. La salud no es ni estatal ni privada, es pública. Las viejas y falsas antinomias de una Argentina confusa siempre nos prohíben tener la nitidez de la defensa de la comunidad. El hombre debe ser el eje del sistema, ninguna corporación puede seguir ocupando su lugar. Sarmiento nos legó una estructura para soñar una verdadera República.
En 1861, en nuestro país se fundó la moneda nacional, y desde 1861 a 1969 la moneda nacional no movió el amperímetro de la inflación. Estuvo anclada en la seguridad económica de la Nación, que se generó en el´80. De 1969 a la fecha, se le sacaron 13 ceros, y hoy habría que sacarle uno más.
La vida real nos dice que un peso, moneda nacional cuando se creó, hoy serían 10 billones de pesos. Un peso, 10 billones de pesos en 50 años de existencia. ¿Ustedes los sabían? No. ¿Es irrefutable esto? Sí. ¿Es la vida real? Sí. ¿Y qué hicimos los argentinos para vivir nuestra vida aparente y creer que somos lo que no somos y reclamar lo que queremos sin lograr construirlo? Cada uno desde su sector tiene el compromiso de transformar y proponer el cambio que todo el mundo plantea y pocos protagonizan.
Sarmiento: la enseñanza, la educación, la formación, la información para crecer y desarrollar al hombre como eje, pero en libertad.
Este es un foro que siempre pretendió construir ciudadanía, buscando salidas coherentes, de buena fe, que nos permitan construir la confianza para dejar atrás “el hermano contra hermano” y llevar adelante “el hermano con hermano enfrentar la adversidad”.
Si aprendemos a amar y pensamos en el hombre como eje de nuestro sistema, como el gran ciudadano argentino de la República, no podemos aceptar el sistema de atención de la enfermedad que tenemos y no tratarlo.
Los ministerios de Salud siempre fueron el furgón de cola de este viaje. Ahora ni siquiera somos furgón de cola, somos “secretaría de cola”. Hemos perdido el asiento en el gabinete. Los políticos que nos gobiernan siempre son emergentes de la sociedad.
La educación y la Salud son dos caras de la misma moneda. Educar es crear conciencia y prevenir es defender la salud.
¿Civilización o barbarie? ¿Un peso o 10 billones de la vida aparente? ¿Podemos hablar de que hay un sistema de salud cuando acá, a pocas cuadras, no hay cloacas? ¿Podemos hablar de salud cuando no sabemos el porcentaje de arsénico que tiene el agua que consumimos contentos? ¿Podemos hablar de salud con el 30% de la población pobre? ¿Podemos hablar de salud cuando hay niñas de 14 años que cada vez tienen más hijos? ¿Podemos hablar de salud cuando los determinantes sociales nos golpean en la cara mostrando que no puede haber sistema de salud en estas condiciones estructurales?
Necesitamos la educación para poder desarrollar un sistema que tenga como eje, en este nuevo paradigma, a un hombre que no lo contamine ninguna corporación. El Estado enferma con estas condiciones insalubres estructurales y después atiende mal.
¿Adónde vamos a parar si no cambiamos el paradigma? ¿Vamos a seguir atendiendo enfermos? ¿A seguir contentos porque la tecnología es cada vez más extraordinaria y la gente vive 10 horas más…? Tenemos medicamentos que valen una fortuna y tenemos niños muriendo de hambre. ¿Cómo vamos a hablar de salud si muchos compatriotas, desde la panza de su madre, no tienen la alimentación para generar buenas neuronas?
Para la enfermedad somos extraordinarios. Muy buenos en la praxis pero muy malos en los sistemas.
En la Argentina se hace mucha política y poca filosofía. La filosofía es el diagnóstico de la vida y la política puede ser el tratamiento. La esperanza y la fe pueden ser el componente de la humanización que la sociedad necesita para el proceso evolutivo.
No tengamos miedo de romper con el conservadurismo histórico de los planes educacionales de nuestro país. ¿Cómo enfrentamos todo esto? Con más ciudadanía, con más instituciones. Las instituciones son la base de la democracia.
¿Civilización o Barbarie? Yo elijo civilización. Este Sector no va a bajar la bandera del debate y va a seguir protagonizándolo. Hoy tenemos personalidades de muy alto nivel para debatir sobre educación y salud.
Mi visión filosófica es cómo aportar desde la educación toda la salud posible para un mundo mejor.
El mundo puede cambiar si tenemos buena fe y si usamos, como nos legó Sarmiento, la pluma y la palabra.