Se estima que las dos terceras partes de la población mundial padecen intolerancia a la lactosa (IL), un trastorno que afecta notoriamente la calidad de vida de quienes lo sufren.
Para empezar a entender qué significa todo esto, debemos distinguir cuales son las diversas reacciones adversas que pueden producir los alimentos al ser ingeridos por nuestros niños. Para ellos, es importante diferenciar los siguientes conceptos:
- Alergia a los alimentos: reacciones mediadas casi siempre por inmunoglobulina E.
- Intolerancia a los alimentos: provoca síntomas no mediados por mecanismos inmunitarios. Sus causas posibles son contaminantes tóxicos, propiedades farmacológicas de los alimentos, limitaciones digestivas y de absorción de parte del huésped, o reacciones idiosincrásicas.
- Las alteraciones más comunes en los niños lactantes son la alergia a la proteína de leche de vaca (APLV) y la intolerancia a la lactosa (IL), siendo esta última entre cinco y 10 veces más frecuente que la primera. Para comprender mejor, la APLV es, como su nombre lo dice, la alergia a una proteína, mientras que la IL es la alergia a un carbohidrato, específicamente un disacárido.
- La IL se presenta por déficit de la enzima lactasa, la cual normalmente es producida en el intestino delgado y tiene la función de transformar la lactosa en glucosa y galactosa. La IL se entiende entonces como un desequilibrio entre la cantidad de lactosa consumida y la capacidad de la lactasa para convertir la misma.
Síntomas
Los síntomas que comúnmente se presentan son:
- Dolor abdominal leve a intenso, similar al cólico, intermitente y de corta duración
- Diarrea
- Nauseas
- Flatulencia
- Meteorismo
- Vómitos
- Distensión abdominal
- Excoriación perianai (irritación del área del pañal)
Los síntomas comienzan de una a tres horas después de la ingesta y ceden con la expulsión de flatos (gases) o de heces explosivas.
Cabe destacar que un dolor abdominal de larga duración implica:
- Mala calidad de vida
- Absentismo escolar
- Alejamiento de actividades recreativas y deportivas
- Deterioro de la vida familiar y social
Estas alteraciones pueden tener los siguientes orígenes:
- Deficiencia primaria de lactasa: se observa por la ausencia absoluta o relativa de la actividad de lactasa. Es la más común en niños y adolescentes. Suele ser de una evolución leve y mejora con el trascurso de los años.
- Deficiencia secundaria de lactasa: se observa en aquellos en los que la actividad enzimática se ve alterada por una enfermedad intestinal, como ser una gastroenteritis aguda, enfermedad celíaca, etc. La severidad se verá de acuerdo con la magnitud del daño que causa la enfermedad base. En general, es reversible en la medida que desaparezca la enfermedad que le dio origen.
- Deficiencia congénita: se trata de un trastorno de carácter autosómico recesivo. Es raro, tiene afectación intestinal con nula acción de la lactasa y síntomas crónicos.
- Deficiencia madurativa de la lactosa: se observa en prematuros de 28 a 32 semanas debido al bajo nivel de lactasa.
- La mayoría de los autores coinciden en que la prevalencia de esta enfermedad se incrementa con el aumento de la edad: aunque no es mortal, acarrea ausentismo laboral y escolar, e influye en la realización de actividades físicas. Todo esto, ocasiona molestias al niño y a la familia.
Asimismo, la IL se puede presentar de forma pasajera y sin revertir gravedad, en niños con diarrea. La cantidad de lactosa que pueda producir síntomas varía en cada niño. Todo depende de la cantidad de lactosa consumida, el grado de eficiencia de lactasa y la forma en que la lactosa se ingiere.
Dr. Nelson García Riart- Especialista en pediatría- Oami 2017; 40: 14-15 / Farmanuario.