La culebrilla o herpes zóster es una erupción cutánea dolorosa causada por el mismo virus que ocasiona la varicela. Después de tener varicela, el virus permanece latente en el cuerpo y puede pasar muchos años sin causar problemas.
A medida que la persona envejece –o bajo a un cuadro de estrés– el virus puede reaparecer como herpes zóster.
¿Cuáles son los síntomas de la culebrilla?
La culebrilla afecta las raíces nerviosas y los síntomas suelen ser ardor o dolor punzante, picazón y cosquilleo. Éstos se manifiestan en una zona del cuerpo y, entre uno y 14 días después, aparece la erupción o pequeñas ampollas.
El síntoma más visible es la erupción en la piel, pero es solo en una zona en específica
Es posible tener otros síntomas tales como: fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y dolor abdominal.
¿Es contagiosa?
La persona que tiene una erupción de culebrilla no la va a transmitir a otra persona; pero si podrá transmitir el virus a alguien que no haya tenido varicela. Los niños suelen ser los más expuestos a contraer la varicela en lugar de herpes zóster. El virus se propaga a través del contacto directo con las ampollas. No se propaga a través del aire.
Es decir, debido a que esta enfermedad deriva de la varicela, al entrar en contacto con una persona que no haya presentado esta condición, simplemente será infectada. Por tal motivo, es una recomendación fundamental no acercarse a personas que no hayan padecido de varicela o tengan un sistema inmunológico débil.
¿Cuáles son las recomendaciones si se tiene culebrilla?
- Evitar tocar los salpullidos
- Usar varias veces al día compresas frías y húmedas de manzanilla para aliviar la picazón
- Mantener la piel limpia. Descartar los vendajes que se utilizan para cubrir las úlceras en la piel.
- Lavar con agua caliente las prendas de vestir que tengan contacto con las úlceras de la piel. Lave las sábanas y las toallas con agua caliente.
Mitos y leyendas
Hay una gran cantidad de mitos en torno a esta enfermedad, como ser que se cura solo, que no necesita de medicamentos y que se cura con rituales y mitos mágico-religiosos.
Aunque no hay nada comprobado y es parte del folklore en torno a esta enfermedad, hay quienes siguen recurriendo ( ante la desesperacion por el dolor) a curanderos para sanar esta enfermedad. Lo cierto es que no hay nada que lo corrobore científicamente.