Durante el verano, las radiaciones ultravioletas A y B del sol no solo alteran la piel sino que también pueden afectar los ojos de adultos y pequeños.
Cada año, con la llegada del verano debemos recordar sobre la importancia de protegernos de las altas temperaturas y de los rayos del sol. No solo la piel es una de las partes del cuerpo que necesita especial mimo durante estos meses. Los ojos también deben protegerse, y los de los niños de manera especial porque son más sensibles. “El cristalino del ojo de los niños de menos de 10 años deja pasar más del 75% de la radiación ultravioleta”, advierten desde el Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Andalucía.
Pese a la importancia de hacerlo, un destacado porcentaje de padres no protege los ojos de sus hijos. Apuntan que el principal motivo para no hacerlo es, sobre todo, el desconocimiento sobre las consecuencias que esto puede tener en un futuro.
Para los expertos, el uso frecuente de gafas de sol durante la infancia y hasta los 16 años aproximadamente pueden reducir de manera significativa los riesgos de sufrir daños a largo plazo como lesiones corneales y conjuntivales, cataratas prematuras.