Ni es una enfermedad exclusiva de “personas mayores” (idea muy extendida, debido a su frecuente confusión con la artrosis) ni padecerla significa resignarse a vivir con dolor y otros síntomas incapacitantes.
Aunque la artritis reumatoide (AR) es una patología grave para la que aún no existe cura, los últimos avances terapéuticos y las actuales guías de abordaje han hecho posible que la mayoría de los pacientes entren en lo que se conoce como estado de remisión que, en la práctica, significa vivir como si no tuvieran la enfermedad.
Se trata de una enfermedad autoinmune y sistémica, que no solo afecta a las articulaciones sino que puede implicar a otros órganos (corazón, pulmón o riñón). Su origen es multifactorial y se sabe que tiene una predisposición genética que favorece que, ante la presencia de ciertos factores desencadenantes (como la periodontitis o alteraciones en la microbiota intestinal) se desarrolle la enfermedad. El factor desencadenante más destacado es el tabaco. Es el factor más estudiado y, sin embargo, muy pocas personas conocen esta estrecha relación entre fumar y un mayor riesgo de artritis reumatoide.
Identificación de síntomas y diagnóstico precoz, claves del pronóstico
La AR afecta fundamentalmente a pacientes adultos, y aunque puede debutar a cualquier edad, lo habitual es que se diagnostique, como media, en torno a los 40 años. Además, es más frecuente en las mujeres que en los hombres, en una proporción de tres a uno.
La remisión como meta
Ante un dolor articular siempre hay que consultar al médico, pero más aún si además este dolor es inflamatorio (más acentuado durante el reposo o justo después del mismo) y se acompaña de rigidez articular. Y también hay que estar pendiente de si está acompañado de otros síntomas no habituales como el cansancio o la depresión.
En cuanto al tratamiento, el arsenal terapéutico actual es muy amplio gracias a la introducción a partir de 2010 de nuevos fármacos. Estas innovaciones terapéuticas, unidas a los nuevos criterios diagnósticos más precoces, han hecho posible lo que hoy por hoy constituye el gran logro en el manejo de la artritis reumatoide: conseguir que el paciente entre en remisión.
El objetivo del tratamiento es controlar el dolor y la inflamación y normalizar la analítica del paciente. Conseguir esto significa que puede vivir como si no tuviera la enfermedad, sin síntomas y sin ningún tipo de limitación, siempre y cuando siga tomando la medicación. En este caso se dice que la persona está en remisión.
Actualmente se están investigando nuevas dianas terapéuticas para la AR, y el principal reto de futuro es poder disponer de marcadores que, al igual que en el cáncer, permitan indicar en qué paciente va a funcionar cada tratamiento en concreto.
Cuidate Plus / Farmanuario.