El alcoholismo se ha convertido en un importante problema socio sanitario y el consumo excesivo de alcohol está implicado en más de 200 enfermedades.
El alcohol es la sustancia de abuso más consumida y afecta especialmente a los más jóvenes. Se estima que un 30% de las personas de entre 15 y 17 años ha bebido alcohol “de forma intensiva” en los últimos doce meses.
En los últimos años, los avances principales en la biología del alcoholismo se centran en tres aspectos destacados: telómeros, microbiota y micro ARN (miARN).
Los telómeros son fragmentos de ADN que protegen al material genético de la posible degradación y se acortan progresivamente a lo largo de la vida, por lo que su longitud es considerada como un marcador de la edad biológica de los pacientes, relacionándose además con la aparición de tumores y otras enfermedades asociadas al envejecimiento.
“Desde el Grupo de Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) hemos sido los primeros que hemos conseguido demostrar un acortamiento de los telómeros en pacientes con alcoholismo crónico, lo que podría contribuir también a un acortamiento de la vida y al posible desarrollo de neoplasias”, asegura el especialista asevera Francisco Javier Laso Guzmán.
Por su parte, los progresos también abordan la importancia de determinar si la microbiota intestinal (conjunto de bacterias que habita en el intestino) se encuentra afectada por el consumo de alcohol o si, por el contrario, es la causa de que un paciente sea más proclive a su consumo. “Se han realizado estudios en este sentido desde el Departamento de Psicobiología de la Universidad Complutense, llevados a cabo por el profesor López Moreno, comprobando que la preferencia y el consumo de alcohol sí está regulado por la microbiota intestinal”, recalca Las Gozmán. “Por ejemplo, transferir microbiota intestinal de un animal dependiente de alcohol a otro animal que no lo es hace que este último beba significativamente más alcohol. Por tanto, la manipulación de la microbiota intestinal, por ejemplo, a través de psicobióticos (prebióticos y probióticos), podría ser relevante para el tratamiento de los trastornos asociados al alcohol”
Por último, los miARN son pequeñas moléculas que regulan la expresión de determinados genes y están implicados en prácticamente todos los procesos fisiológicos y patológicos. “Recientemente, se ha demostrado una relación entre el consumo de alcohol y alteraciones en la expresión de diferentes miARN. Lo más destacable es el papel que juegan de los miARN en el desarrollo de la enfermedad hepática alcohólica, al promover importantes cambios inflamatorios en el hígado de pacientes alcohólicos crónicos”, concluye el experto.
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