Investigadores descubren una nueva molécula que en caballos de carrera y roedores produce falta de apetito.
En un nuevo estudio publicado en Nature, un equipo internacional de científicos sugirió que la respuesta radica en parte en las acciones de una sola molécula producida después del ejercicio que alivia el hambre. La molécula, que se encuentra en el torrente sanguíneo de ratones, humanos y caballos de carreras, apareció en una profusión mucho mayor después de los entrenamientos extenuantes que de los que eran más fáciles, lo que sugiere que hacer ejercicio fuerte podría ser la clave para controlar cuánto comemos después.
Estudios han demostrado que las personas que comienzan a hacer ejercicio sin controlar también su consumo de calorías, por lo general bajan pocos o ningún kilo con el tiempo y pueden aumentar de peso. Muchos factores influyen en ese resultado, incluido el estado físico actual, la masa corporal, la dieta, el sexo, la genética, la tasa metabólica e incluso el momento del ejercicio. Algunos experimentos, aunque no todos, sugieren que las sesiones de la mañana pueden quemar más grasa que los mismos esfuerzos más tarde en el día.
Si uno siente hambre en las horas posteriores a un entrenamiento, termina consumiendo más calorías de las que quemó. Durante décadas, los científicos han sabido que varias sustancias, como las hormonas leptina y grelina, viajan al cerebro y nos incitan a estar más o menos interesados en comer.
Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, el Colegio de Medicina de Baylor, la Universidad de Copenhague y otras instituciones utilizaron técnicas recientemente desarrolladas para buscar moléculas que aparecían en mayor número en el torrente sanguíneo después del ejercicio. Comenzaron con ratones, colocándolos en diminutas cintas de correr para correr a velocidades crecientes hasta que se agotaron. Extrajeron sangre antes y después y luego compararon los niveles de miles de moléculas en la sangre de los roedores.
Esta nueva molécula denominada «lac-phe» es una mezcla de lactato y el aminoácido fenilalanina; los investigadores hicieron pruebas con ratones
Especularon que lac-phe podría tener algo que ver con el balance de energía después del ejercicio, ya que las células en la sangre y en otras partes que lo crean están ampliamente involucradas en la ingesta de energía y la masa corporal.
Descubrieron que cuanto más intenso era el ejercicio, más lac-phe se producía y, al menos en los ratones, más parecía disminuir el apetito.
Suponiendo que este proceso funcione igual en humanos que en ratones, el descubrimiento de lac-phe proporciona una lección útil. Si queremos evitar los atracones después de un entrenamiento, es posible que tengamos que aumentar la intensidad, dijo Jonathan Z. Long, profesor de patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y autor principal del nuevo estudio.
Fuente: lanacion.com