La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda disminuir el consumo de azúcares libres a lo largo de nuestra vida.
Debería reducirse a menos del 10% de la ingesta calórica diaria, y una disminución por debajo del 5% produciría beneficios adicionales para la salud.
Sin embargo, en 2017, el estudio Anibes concluyó que, en España, la ingesta de azúcares añadidos suponía el 52% del total de calorías en los niños de 9 a 12 años, un porcentaje que se elevaba hasta el 56% en los adolescentes de 13 a 17 años. Estos azúcares provenían principalmente del chocolate, bebidas azucaradas, productos de panadería y repostería, lácteos azucarados, zumos envasados y cereales de desayuno.
“Lo mismo ocurre con el consumo de grasa. Los ultraprocesados que tanto gustan a los niños, y que en ocasiones son utilizados por los padres como premio por algún ‘logro’.
En la mayoría de los casos, los padres no son conscientes de ese elevado consumo de azúcar y grasa. Esto es, en parte, por la publicidad engañosa que hace creer a los padres que ese producto (con azúcares añadidos, en la mayoría de las ocasiones) es ideal para su hijo (e indudablemente los padres quieren siempre lo mejor) y, por otra parte, por el ritmo de vida que llevamos en la actualidad. Muchos padres van de un lado a otro recogiendo a un hijo del colegio, dejándolo en una actividad extraescolar y, de camino, recogiendo al otro hijo. En medio de este caos, les resulta más fácil o accesible ofrecerles un zumo industrial que pelar una fruta y preparársela para llevar. Lo mismo ocurre cuando llegan a casa exhaustos y, muchas veces, recurren a ultraprocesados para la cena por la inmediatez de su preparación, en lugar de hacer una cena basada en productos naturales o reales.
Consecuencias de este tipo de alimentación
El consumo habitual de exceso de azúcares libres y grasa puede acarrear consecuencias en la población infantil a medio y largo plazo. Cada vez es más frecuente casos de hiperinsulinismo, hipercolesterolemia e incluso diabetes tipo 2, que requieren, en muchas ocasiones, tratamiento farmacológico.
Recomendaciones concretas para bajar el consumo
1. Evitar snacks, bollería industrial, zumos,
batidos, gominolas y alimentos procesados,
porque en ellos es donde se encuentran la mayoría de las grasas saturadas
y azúcares refinados.
2. Comer fruta y verdura entera
al menos tres o cinco veces al día.
3. Aumentar el consumo de frutos secos (en niños menores de cinco años triturarlos para
evitar los atragantamiento), carne magra y, sobre todo, pescado.
4. Tomar pan,
pasta y arroz integrales.
5. Y, principalmente, cocinar en casa los alimentos que vienen de la naturaleza y procesarlos poco para disfrutar de su sabor y perder los mínimos nutrientes.
Cuidate Plus / Farmanuario.