La bronquiolitis afecta las vías aéreas inferiores o bronquiolos. Todos los recién nacidos y lactantes son susceptibles, especialmente los prematuros, con enfermedad pulmonar o cardiopatías congénitas.
Junio es uno de los meses del año en la que la circulación del virus sincicial respiratorio (SCR) se acerca a su pico. Quizás no todos lo conocen por su nombre, pero sí muchos por sus consecuencias. Sobre todo los padres de niños pequeños y lactantes, ya que es el principal causante de la bronquiolitis, una enfermedad que puede presentar complicaciones, especialmente en recién nacidos de alto riesgo.
La bronquiolitis es una enfermedad infecciosa de origen viral, que afecta las vías aéreas inferiores o bronquiolos. Se contagia con facilidad por el contacto directo con las secreciones nasales. Los recién nacidos prematuros de bajo peso (inferior a los 1.500 gramos), con enfermedad pulmonar crónica o con cardiopatías congénitas son el grupo más vulnerable a esta enfermedad respiratoria y tienen un riesgo 4 a 5 veces mayor de hospitalización, evolución grave y complicaciones que los niños sanos.
La rápida detección de los síntomas es esencial para que el niño reciba la atención oportuna y reducir así la posibilidad de complicaciones. La enfermedad se presenta con mucosidad nasal, tos, catarro, respiración rápida y con silbidos, agitación y fiebre.
Otras señales de alarma son la piel azulada o muy pálida, que dificultades para comer o dormir y que al respirar se le note el hundimiento de las costillas, lo que denota la obstrucción a nivel bronquial.
No existe una vacuna que pueda inmunizar contra la bronquiolitis, por lo que es necesario reducir la exposición del bebé al virus. Para eso se recomienda: mantener la lactancia materna, lavarse las manos, no permanecer en ambientes con humo (de cigarrillo u otros), evitar el hacinamiento, concurrir a los controles de rutina con el médico, y cumplir con la vacunación (de calendario y la que indique el pediatra).
Modificado de EFE