La llamada dieta cetogénica o dieta Keto, se apoya en dejar de lado la mayoría de los carbohidratos y consumir altos contenidos en proteína. Se considera que si se dejan de lado esos tipos de alimentos, incluida la fruta, es posible perder peso sin sentir hambre.
¿Cómo funciona?
Para obtener energía las personas necesitan glucosa en la sangre, que se genera -mayoritariamente- a partir del aporte de carbohidratos. Sin embargo, el cuerpo humano puede almacenar una cantidad determinada de glucosa. Por lo que, si se deja de comer carbohidratos, se necesitan sustituir por otros alimentos.
Una alternativa a la provisión de glucosa es el proceso de cetogénesis, en el que el hígado descompone la grasa corporal en una fuente de energía utilizable, denominada cetonas o cuerpos cetónicos.
El investigador principal de los Institutos Nacionales de Salud, Kevin Hall, explica en un estudio sobre el tema, que «los órganos como el cerebro que se basan principalmente en la glucosa como combustible pueden comenzar a usar una cantidad importante de cetonas». Es decir, las cetonas pueden hacer de sustituto cuando hay escasez de glucosa. «Es una increíble adaptación fisiológica al hambre lo que permite que tejidos como el cerebro sobrevivan», agrega.
Una vez que comienza la cetogénesis el cuerpo entra en un estado llamado «cetosis», similar al que se produce en medio del ayuno. Cuando se abandonan los carbohidratos por un periodo prolongado, se queman más grasas y disminuye el uso de la glucosa.
Otra manera de hacerlo es consumir menos, como máximo 50 gramos de carbohidratos.
Quienes eligen esta dieta suelen obtener sus calorías de la siguiente manera: 5% de los carbohidratos, 15% de proteínas y 80% de grasas.
Carnes, huevos, quesos, pescado, nueces, manteca, aceites, vegetales pasan a estar en el menú principal diario, dejando de lado el azúcar, el pan y otros granos, frijoles e incluso frutas.
Los que defienden este método creen que la dieta Keto conduce a una «ventaja metabólica», que permite quemar 10 veces más grasas y entre 400 y 600 calorías por día. Esta ventaja se sustenta en la «hipótesis carbohidrato-insulina», promovida entre otros por el Profesor de Harvard David Ludwig y el endocrinólogo pediátrico Robert Lustig.
Al reemplazar los carbohidratos, se genera una sensación de saciedad y deriva en que el cuerpo aumente la quema de calorías y derrita las grasas. Esto conllevaa su vez, a que el cuerpo produzca menos insulina y necesite menos glucosa..
¿Qué sucede a largo plazo?
A partir de un ensayo publicado en JAMA en 2007, se encontró que las mujeres que utilizaban el método Keto perdían más kilos que las que hacían otro tipo de dietas. Sin embargo, en ese estudio, a largo plazo no se diferenciaba del resto.
No obstante, a corto plazo las dietas bajas en carbohidratos colaboran con una pérdida de peso notoria. Asimismo, la mayoría de las personas consumen menos calorías que con otras dietas porque no sienten tanta hambre.
Se considera que la dieta cetogénica puede mejorar la situación de las personas con diabetes tipo 2, ya que al consumir menos carbohidratos, los niveles de glucosa en sangre no subirán en exceso.
Un reciente estudio sobre el tema, publicado en la revista Diabetes Therapy, indica que las personas que siguen una dieta cetogénica por un año, acompañada de un asesoramiento sobre el estilo de vida, reducen la necesidad de insulina.
Para la realización de esta investigación, se observó el comportamiento de 262 adultos con diabetes tipo 2. Como resultado se obtuvo una reducción de la necesidad de insulina en un 94%.
De la redacción de Farmanuario.