El uso de medicinas tradicionales o ancestrales de los pueblos indígenas, impulsado en varios países de Latinoamérica para la prevención o incluso el tratamiento de la COVID-19,
no tiene evidencia y su utilidad debería evaluarse con métodos científicos, señaló la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
COVID-19 es una enfermedad nueva, el objetivo en investigación es bajar la mortalidad y hasta hoy no hay un tratamiento específico. El uso de tratamientos no probados tiene que seguir un protocolo muy estricto. No existe evidencia del uso de la medicina tradicional en este momento.
La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó declaraciones en el mismo sentido durante una reunión con periodistas científicos organizada por la World Federation of Science Journalists (WFSJ).
Las medicinas tradicionales para COVID-19 tienen que ser probadas como los fármacos alopáticos, mediante estudios clínicos aleatorizados, para demostrar que tienen beneficio. No se puede dar información engañosa. Para recomendarlos, deberían estudiarse con la misma metodología que otros tratamientos en estudio para valorar su utilidad y encontrar evidencia de su uso.
Desde los gobiernos
Las declaraciones de la OPS y la OMS coinciden con un incremento en la región del uso de hierbas medicinales y otras intervenciones sin sustento científico, incluso promovidas desde los gobiernos. Un fenómeno equivalente se ha producido en varios países de África, en China, en India y otros países de Asia.
Sin embargo, hasta ahora no hay evidencias de que las hierbas medicinales tengan una acción específica sobre COVID-19 y, en algunas circunstancias, podrían retrasar la búsqueda de atención médica apropiada o afectar el cumplimiento de medidas de salud pública recomendada.
Muchas plantas y sustancias están siendo propuestas sin los mínimos requerimientos y evidencias de calidad, seguridad y eficacia. El uso de productos para tratar COVID-19 que no hayan sido robustamente investigados puede poner a la gente en peligro y darle una falsa sensación de seguridad y distraerlas del lavado de manos y del distanciamiento físico, que son claves para la prevención de COVID-19, y podrían incrementar la automedicación y el riesgo para la seguridad de los pacientes.
Un mapa de evidencias de la contribución potencial de medicinas complementarias, tradicionales e integrativas para COVID-19, en cuya elaboración participa el Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud o Biblioteca Regional de Medicina (BIREME) de la OPS, relevó al 12 de mayo 127 estudios de intervenciones farmacológicas y no farmacológicas que podrían tener alguna utilidad en la pandemia, incluyendo 18 vegetales. Sin embargo, el documento subraya que a la fecha «no hay evidencias de tratamientos específicos para COVID-19».
Medscape / Farmanuario.