Del mismo modo que nosotros envejecemos y nuestro cuerpo empieza a ser cada vez más lento, más débil y a responder peor, lo mismo ocurre con las mascotas.
En el caso de los gatos, se consideran ancianos aquellos que tienen más de once años.
Señales de alarma
Bajan la actividad, disminuye el tono muscular, el apetito, se deteriora el pelo, el sistema inmunitario y los sentidos. También puede haber cambios en sus hábitos higiénicos, como por ejemplo acicalarse menos.
Si lo que tenemos es un gato sano pero viejito, tendremos que plantearnos adaptar un poco nuestro hogar para hacerle la vida más sencilla. Los accesos a sus recursos, como por ejemplo su comida y agua, y a camas cómodas.
Por tal motivo hay que tener en cuenta que su cama o estos elementos no se encuentren en lugares muy altos, en el caso de que nuestro gato ya no salte como lo hacía cuando era joven, por ejemplo.
Para estimularlos mentalmente, podemos ofrecerles superficies con texturas diferentes, como mantas olfativas y evitar cambios bruscos en su rutina.
Esto es muy importante para mantener al gato mentalmente activo, es decir, que no sufra una decadencia mental que le lleve a no querer hacer nada.