La Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) ha defendido los beneficios de la lactancia materna para el correcto desarrollo oral de los bebés, evitando así que en etapas posteriores de la vida se tenga que recurrir a la ortodoncia.
Cuando el niño nace, el tamaño del maxilar superior es mayor que el inferior, y el inferior suele estar en posición más retrasada en relación al superior. La succión del pecho favorece que la mandíbula avance con respecto al maxilar a una posición medial, ya que se estimula la musculatura bucal.
La lactancia tiene la fase de succión (el bebé «sella» el pezón con la boca) y ordenamiento (el bebé lleva la mandíbula hacia delante para sacar la leche, ya que la leche no sale por simple succión.
Se ha comprobado que los bebés que han tomado pecho tienen menos posibilidades de tener discrepancias en el tamaño de los maxilares que aquellos que fueron alimentados únicamente con biberón. La lactancia materna contribuye a evitar anomalías dentomaxilofaciales, maloclusiones dentales (sobre todo mordida abierta) y que tengan que llevar ortodoncia en el futuro.
Además favorece la correcta función succión-deglución-respiración. Así, los bebés que han tomado solo biberón tienen mayor riesgo de deglución atípica, disfunción masticatoria, dificultades en la fonoarticulación del lenguaje y respiración oral.
Otra de las ventajas es que evita hábitos bucales perjudiciales para la cavidad oral, como chuparse el dedo o la tendencia a meterse cosas en la boca, ya que, cuanto más tiempo son alimentados por pecho, menos se chupan el dedo o recurren a chupetes, puesto que cubren sus necesidades de succión no nutritiva mediante la succión del pecho.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el pecho directo y exclusivo durante los primeros 6 meses, y posteriormente continuar con la lactancia materna hasta los 2 años, complementada adecuadamente con otros alimentos.
ABC.es / Farmanuario.