Las copas menstruales ofrecen una protección contra el escurrimiento, de forma similar o mejor que los apósitos sanitarios o tampones, tienen menor costo con el uso prolongado, tienen escasos efectos adversos y son ampliamente preferidas por las mujeres que se han instruido en su uso. Pese a estos atributos, el conocimiento del producto higiénico femenino es limitado por el desconocimiento del dispositivo como una opción para el manejo de las menstruaciones.
En un metaanálisis publicado en la revista The Lancet que analiza 4 estudios sobre del uso del producto, se observó que el escurrimiento entre los productos fue similar en tres estudios, y menor de manera estadísticamente significativa entre copas menstruales en un estudio.
Por lo que respecta a la seguridad del producto, los estudios no mostraron relación entre el uso de la copa y anomalías vaginales o cervicouterinas, y los autoinformes infrecuentes de heridas o irritación vaginal y dolor intenso con el uso de la copa y su retirada no se vincularon a consecuencias clínicas.
Un efecto adverso frecuente imprevisto fue la dificultad para retirar la copa que requirió ayuda profesional, lo cual se reportó en 49 casos (47 para las copas de tipo cervical y dos para las copas vaginales).
En comparación con otros productos, la copa menstrual no se vinculó a un incremento en el riesgo de infecciones del sistema reproductivo o sistémicas, y en algunos estudios al parecer ofreció cierta protección contra candidiasis.
Por lo que respecta a costo y disponibilidad de producto, en comparación con el uso de 12 apósitos por menstruación, el uso de una copa menstrual constituiría 5% de los costos de compra, y 0,4% del desecho de plástico, y en comparación con 12 tampones por menstruación, el uso de la copa menstrual comprendería 7% de los costos de compra y 6% del desecho plástico.
La «visibilidad» de las copas menstruales como una opción para el manejo de las menstruaciones es limitada, de acuerdo con los autores.
Medscape/ Tendencias en Medicina.