La COVID-19 afecta considerablemente los pulmones. Las personas cuya salud pulmonar está afectada por factores como una enfermedad de los pulmones o el hábito de fumar suelen tener mayor riesgo de sufrir complicaciones más severas a consecuencia de la COVID-19.
Es principalmente una enfermedad respiratoria producida por un virus, que puede provocar síntomas como fiebre, tos, falta de aire y dificultad para respirar. Los síntomas varían ampliamente y van desde muy leves a severos. En las personas con los síntomas más severos, la enfermedad suele derivar en neumonía, que es la infección de los pulmones. La misma puede requerir el ingreso del paciente al hospital y la colocación de una máquina para respirar, o respirador. En algunos casos, la dificultad para respirar sumada a la neumonía convierten a la COVID-19 en una enfermedad mortal.
La mala salud pulmonar parece desempeñar una función en las muertes relacionadas con la COVID-19. Aunque el hábito de fumar no sea el único factor que influye sobre la salud pulmonar, su efecto es considerable. Los investigadores creen que fumar hace a la gente más susceptible tanto a la infección que causa la COVID-19 como a sus complicaciones, porque el hábito de fumar daña las defensas naturales del cuerpo contra algunas bacterias y virus.
Los datos procedentes de la China muestran que la tasa de mortalidad en ese país debido a la COVID-19 está, en general, ligeramente por encima del 2%. En las personas que ya padecen una enfermedad pulmonar antes de sufrir la infección, esa tasa es mucho mayor y llega al 6%. Otras enfermedades subyacentes también hacen diferencia. Por ejemplo, en las personas con enfermedades cardiovasculares que tuvieron COVID-19 en China, la tasa de mortalidad fue superior al 10%. En las personas con diabetes, fue del 7%, y en la gente que padecía presión arterial alta fue del 6%. Además, mientras más edad tenía la gente, mayor era el riesgo de enfermar gravemente.
Por lo tanto, el hecho de que usted fume ciertamente aumenta su riesgo de presentar síntomas más graves, en caso de llegar a contraer la COVID-19. Sin embargo, hay otros factores que también desempeñan una función en ese riesgo, como la edad y cualquier problema de salud subyacente.
Fume o no fume, hay ciertas medidas concretas que puede tomar para protegerse contra el virus. Siempre tosa o estornude dentro de un pañuelo desechable o en el pliegue interno del codo y luego lávese las manos. No se toque la cara hasta después de haberse lavado bien las manos durante por lo menos 20 segundos. Lávese las manos con frecuencia. Si no tiene agua y jabón, use un desinfectante de manos que contenga al menos 60% de alcohol. Quédese en casa si está enfermo e insista en que los demás miembros de la familia hagan lo mismo. Reduzca la interacción cara a cara con cualquier persona que pueda estar enferma y desinfecte regularmente las superficies que se tocan con frecuencia.
Es también importante que todos los años reciba la vacuna antigripal y que verifique si recibió la vacuna neumocócica. Debido a que la COVID-19 y la gripe tienen síntomas similares, puede resultar difícil diferenciarlas, pero cuando se recibe la vacuna antigripal, el riesgo de infectarse con la gripe disminuye considerablemente. Eso también ayuda al equipo de atención médica a determinar la fuente de los síntomas, en caso de llegar a presentar síntomas de la COVID-19.
Por último, siga las pautas locales sobre la distancia social (dejar espacio entre usted y los demás para reducir la propagación de la enfermedad), tales como evitar las reuniones grandes y mantener al mínimo el contacto con otras personas en espacios públicos.
Mayo Clinic / Farmanuario.