La obesidad en el embarazo tiene consecuencias directas en el recién nacido. Existe el riesgo de nacer prematuramente y de mayor mortalidad comparado con la gestación de mujeres con peso normal. En las consultas se ha observado un incremento de la obesidad pregestacional.
En los últimos diez o quince años ha aumentado el número de mujeres con obesidad en el embarazo, una incidencia acorde con las tasas en alza de esta enfermedad en la población general.
El 40% de las embarazadas con obesidad, en comparación con las gestantes con normopeso, tienen riesgo de tener niños prematuros mientras que el 50 % de los hijos de estas madres obesas tienen el doble de riesgo de mortalidad, siempre teniendo en cuenta que la tasa de mortalidad neonatal es muy baja.
Bebés prematuros y obesidad en el embarazo
Los partos prematuros, antes de las 32 semanas de gestación, pueden ser consecuencia, entre otras situaciones, de un cuadro de preeclampsia en la madre que padece hipertensión y diabetes gestacional, entre otras causas, que conlleva adelantar el nacimiento ante el riesgo de la vida de la madre.
Además, los bebés prematuros de madres obesas nacen con más peso que el que corresponde a ese periodo gestacional.
Estos neonatos necesitan con mayor frecuencia reanimación al nacer y casi triplican las complicaciones relacionadas con la asfixia perinatal, además de necesitar más ingresos y una estancia de mayor duración en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) Neonatal.
Pero además tienen más riesgo de otras patologías como infecciones e, incluso, malformaciones congénitas.
Estos riesgos han hecho que ginecólogos y pediatras consideren necesario incidir en el abordaje del embarazo de las mujeres obesas y en el tratamiento del recién nacido.
El peso es un factor de riesgo y se debe tener en cuenta antes de quedarse embarazada. Modificar el grado de obesidad también modifica las condiciones en las que se desarrollará la gestación.
Efe Salud / Farmanuario.