Los stents son diminutas prótesis de metal diseñadas fundamentalmente para tratar las lesiones que la aterosclerosis produce en los vasos que nutren a nuestro corazón: las arterias coronarias.
¿Cómo es un stent?
Esta minúscula pieza de ingeniería es como una malla metálica, diseñada para pegarse a la pared más interna de la arteria coronaria y expandir zonas de estrechamiento, mejorando el flujo sanguíneo.
Los primeros estaban hechos de acero inoxidable, luego han surgido aleaciones metálicas nuevas (cromo-cobalto o platino-cromo) y, por último, incluso stents que no son metálicos y que se van absorbiendo y desapareciendo al cabo de 2-3 años.
¿Cómo funcionan?
El stent viaja a su destino plegado sobre un catéter de angioplastia. Se accede a través de una punción en la piel. Generalmente en la arteria radial, dónde cogemos el pulso en la muñeca y el trayecto hasta el corazón es guiado por rayos X.
Para liberarlo se infla un pequeño globo, llamado balón de angioplastia. Se hace a gran presión para conseguir que el stent se adhiera completamente a la pared coronaria. En definitiva, el stent funciona de forma parecida a un encofrado, haciendo que el vaso coronario recupere su calibre.
Los stents más utilizados son los que van recubiertos de fármacos. Así evitan que la pared interna del vaso, que es un tejido vivo, haga una reacción de rechazo. Esto podría volver a estrechar el calibre de la arteria, lo que se conoce como reestenosis.
¿Dónde se utilizan?
Los stents sirven para el tratamiento de la enfermedad aterosclerótica, que son depósitos de colesterol que pueden ir ocluyendo nuestras coronarias disminuyendo su calibre. Este proceso puede ser progresivo, generalmente ligado al envejecimiento y a los factores de riesgo cardiovascular (diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, tabaquismo, insuficiencia renal).
No obstante, también puede ser un proceso brusco, porque si estas placas de colesterol se rompen, el flujo de sangre puede verse interrumpido rápidamente. Si el flujo se interrumpe de forma completa se conoce como infarto agudo de miocardio; si es incompleta se llama angina inestable.
Es precisamente en estas situaciones dónde este procedimiento es más útil, ya que en un periodo de tiempo corto se puede volver a restaurar el flujo sanguíneo. Sobre la zona que se ha roto y ha producido ese estrechamiento se implanta un stent para evitar que vuelva a ocluirse.
Esta técnica es más accesible que restaurar el flujo coronario mediante una cirugía de corazón, por lo que es el tratamiento de elección en los infartos agudos.
¿Por qué tengo que tomar dos antiagregantes plaquetarios?
Cuando se implantaron los primeros stents se vio que que la arteria podía volver a ocluirse de forma brusca, lo que se conoce como trombosis del stent. Con el inflado a alta presión se reducía esta complicación, pero fue sobre todo con la generalización de la doble terapia antiagregante.
La doble terapia antiagregante supone estar tomando tras el implante del stent, además de la aspirina, que es un antiagregante plaquetario, otro medicamento (habitualmente clopidogrel, prasugrel o ticagrelor) para evitar que las plaquetas formen agregados sobre los stents .
El plazo durante el que los pacientes toman estos dos medicamentos conjuntamente oscila generalmente entre los 6 y los 12 meses.
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