Unos 11 millones de fallecimientos se podrían haber evitado si no se hubieran seguido una dieta pobre. Así lo explica el estudio “Carga global de enfermedad” publicado en la revista The Lancet, que concluye que las muertes se asocian más con no comer suficientes alimentos saludables que con comer demasiados perjudiciales para la salud.
El estudio “Carga global de enfermedad”, examinó las tendencias de consumo según quince factores dietéticos clave entre 1990 y 2017 en 195 países. Los hallazgos subrayan la urgente necesidad de coordinar esfuerzos a nivel global para mejorar las dietas mediante la colaboración entre las diferentes secciones del sistema alimentario y nuevas políticas para impulsar dietas equilibradas.
En 1990, el número de muertes asociadas a la dieta era de unos 8 millones, un incremento, hasta esos 11 millones, que se atribuye al aumento de la población y la mayor expectativa de vida, añade el estudio.
Los autores señalan que en 2017 la ingestión de los quince factores dietéticos examinados, que incluían también alimentos con omega-3 o calcio, era deficiente en casi todas las veintiuna regiones en que se dividió el planeta.
Confirman además lo que hace años que sabemos, que una dieta pobre es responsable de más muertes que ningún otro factor de riesgo. Según los datos recabados, de las 11 millones de muertes atribuibles a una dieta inadecuada en 2017, unos 10 millones fueron por dolencias cardiovasculares; 913.000 por cáncer y 339.000 por diabetes de tipo 2.
El estudio concluye que los factores de la dieta con más incidencia en los fallecimientos fueron el excesivo consumo de sodio junto con la insuficiente ingestión de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y leche.
Los autores abogan que las autoridades pongan más énfasis en impulsar dietas equilibradas y el acceso a productos sanos en todo el mundo, que en la restricción de alimentos menos saludables.
EFE Salud.