El conocido insomnio de los adultos mayores viene de antiguo, y nos ha permitido sobrevivir como especie,
La dificultad para dormir que es tan frecuente en la gente mayor, es tan antigua como la humanidad misma y tiene sus motivos.
Lo que algunos llaman insomnio de las personas mayores, en realidad puede ser un mecanismo de supervivencia que se remonta a miles de años. Así lo afirma un reciente estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, centrado en las costumbres del pueblo Hazda, una tribu de cazadores-recolectores que habitan en Tanzania y viven en grupos de 20 a 30 personas, conservando las costumbres y prácticas de sus ancestros.
La investigación sugiere que los horarios de sueño no coincidentes y las noches inquietas pueden ser un remanente evolutivo de un tiempo en el que ciertos depredadores podían ser una amenaza por la noche.
«La idea de que existe un beneficio en convivir con los abuelos ha existido durante mucho tiempo, pero este estudio extiende esa idea a la vigilancia durante la noche», -explica el autor principal del estudio, David Samson en un comunicado citado por la web especializada Quo. Los Hadza viven de la caza y la recolección de sus alimentos, siguiendo los ritmos de día y de noche, tal como lo hicieron los seres humanos durante cientos de miles de años antes de que comenzaran a cultivar y pastorear ganado.
Durante el día, hombres y mujeres van por caminos separados para buscar tubérculos, bayas, miel y carne en los bosques y la sabana. Al caer la noche se reúnen en el mismo lugar, donde jóvenes y ancianos duermen fuera junto al fuego o en chozas de hierba y ramas.
«Son tan modernos como nosotros, pero muestran una parte importante de la historia evolutiva humana porque llevan a cabo un estilo de vida que es el más parecido a nuestro pasado de caza y recolección. Duermen en el suelo, no tienen iluminación artificial ni control climático, rasgos que caracterizan el sueño ancestral de los primeros seres humanos», añade Alyssa Crittenden, coautora del estudio.
Como parte del estudio, 33 hombres y mujeres sanos de 20 a 60 años de edad llevaron puesto un pequeño dispositivo, similar a un reloj, en sus muñecas durante 20 días, que sirvió para medir sus movimientos nocturnos minuto a minuto.
Al analizar los datos, los expertos descubrieron que los patrones de sueño rara vez coincidían. De las más de 220 horas totales de observación, sólo hubo 18 minutos en los que todos los adultos estuvieran durmiendo al mismo tiempo. En promedio más de un tercio de los adultos del grupo (sin contar a los niños o personas enfermas) estaba alerta o dormía muy ligeramente, en cualquier momento dado. Sin embargo, los participantes no se quejaban de problemas de sueño.
Los investigadores esperan que los resultados cambien la comprensión de los trastornos del sueño relacionados con la edad. «Muchas personas mayores van al médico quejándose de que se despiertan temprano y no pueden volver a dormir. Tal vez algunos de los problemas médicos que tenemos hoy podrían explicarse no como trastornos, sino como una reliquia de un pasado evolutivo en el que fueron beneficiosos», explica Charlie Nunn, coautor del trabajo, en declaraciones recogidas por ABC.
Consulte el estudio
http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/284/1858/20170967.figures-only

