La ansiedad forma parte de la condición humana y sirve para afrontar situaciones de peligro o riesgo. Sin embargo, cuando es demasiado intensa, se convierte en una fuente de sufrimiento que es necesario controlar.
La ansiedad constituye un aspecto normal del estado emocional de los seres humanos. Se trata de una reacción natural de nuestro organismo frente a lo que percibimos como una amenaza –real o imaginaria–, y nos permite afrontar situaciones difíciles y sobrevivir. Sin embargo, cuando no va asociada a un mecanismo de reacción para enfrentarnos a un problema, y además se prolonga en el tiempo a pesar de no estar expuestos a ningún peligro, la ansiedad se vuelve patológica y se extiende a todos los ámbitos de la vida del afectado.
Esta angustia se define como un afecto similar al miedo pero que, a diferencia de este, no obedece a un estímulo amenazante externo, sino que es vivida como procedente de la interioridad psíquica del individuo. Para la psiquiatría europea la ansiedad se refiere a la expresión sobresaltada de ese afecto.
Los pensamientos catastrofistas –lo que se conoce como ansiedad anticipatoria– y la baja tolerancia a la frustración y al duelo –que en numerosas ocasiones se intentan superar a base de psicofármacos– han incrementado la prevalencia de la ansiedad en las sociedades desarrolladas, y han facilitado que este «mal del siglo XXI» se esté extendiendo entre los jóvenes.
A quién y cómo afecta el trastorno de ansiedad
El trastorno de ansiedad generalizada es uno de los trastornos psiquiátricos más comunes; es más frecuente en mujeres y está relacionado con el estrés ambiental crónico. En personas de mayor edad existe una mayor prevalencia de ansiedad grave. Hay una asociación con el ámbito social, y existe una mayor incidencia sobre la población con bajos niveles socioeconómicos.
El síntoma que los pacientes refieren como “sentirse nervioso” es el de mayor frecuencia y gravedad, seguido por “sentirse irritado”, mientras que los ataques de pánico son más habituales en las mujeres. La tensión muscular que deriva en dolores de espalda y cuello y las cefaleas son las afecciones más comunes, seguidas por encontrarse cansado o débil sin motivo, y tener problemas para conciliar o mantener el sueño.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre el 5 y el 10% de la población sufre ansiedad, con más mujeres afectadas. Y la prevalencia de ansiedad por zona geográfica muestra una relación positiva con las áreas más densamente pobladas o de mayor conflicto armado; con una edad de inicio entre los veinte y los treinta años, pero con síntomas ansiosos desde edades tempranas.
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