La contaminación acústica en las grandes ciudades, es , según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda amenaza a la salud pública después de la polución del aire.
Los efectos del exceso de ruido pueden afectar el sueño, causar problemas cardiovasculares y psicofisiológicos y hasta provocar cambios en nuestra conducta.
El bullicio se da tanto por los ruidos urbanos ( transporte, obras, etc) como en el interior del hogar: televisores encendidos, artefactos eléctricos en funcionamiento, etc. Si a esto le sumamos la contaminación visual de anuncios publicitarios permanentemente, estamos lógicamente con el aparato sensorial saturado.
El ruido nos conduce al caos, a la confusión. El silencio nos lleva en principio, al orden y paz mental. Bajar tanto el murmullo externo como el interno ( preocupaciones) nos lleva a las cosas más esenciales de la vida. Vivimos aturdidos por el ruido y no somos conscientes de las consecuencias sobre nuestra salud psíquica, física, emocional que esto conlleva.