“Más que nunca, es tiempo de darle a la salud mental la visibilidad que merece”. Esas palabras son parte de la reflexión que el psicólogo Alejandro De Barbieri escribió para nuestra revista hermana, Hola Salud.
Y para acercarles a ustedes parte de sus ideas y conceptos, a continuación les compartimos ese artículo, en el que De Barbieri nos propone algunas propuestas para mirar hacia adentro y también herramientas concretas para aplicar en nuestras vidas.
Es tiempo de hablar de salud mental
El psicólogo Tal Ben Shahar, referente de la psicología positiva y autor de muchos libros, realizó un análisis de las investigaciones acerca de la felicidad y encontró cinco tópicos claves en común. Cuando estuvo en Uruguay los volvió a plantear. Estos se resumen en: 1. Vivir como seres humanos. 2. Saber manejar el estrés. 3. Cuidar los vínculos. 4. Hacer ejercicio físico en forma regular. 5. Ser agradecidos. Hablar de salud mental es poner en el centro de nuestra vida y de la sociedad a la salud de todo un país, de las personas y también de los diversos colectivos sociales y empresariales. Tenemos una gran crisis de sentido.
En los últimos días se actualizó la triste cifra de que en Uruguay hay entre uno y dos suicidios por día y más de cincuenta intentos diarios. La salud mental y emocional pasa por cuidar esas cinco claves o llaves que Tal Ben Shahar nos sugiere. Y, personalmente, le sumaría la llave de “darle sentido a la vida”. Vivir con sentido en un mundo que a veces parece no encontrar sentido a nada es difícil, pero no imposible. Justamente, el aporte del psiquiatra y filósofo Viktor Frankl pasa por ahí, por descubrir que “la salud se mide en proyectos”.
Volvemos al planteo de Tal Ben Shahar y desarrollemos brevemente cada llave.
Vivir como seres humanos Mi amigo Ricardo Peter tiene un libro que se llama Líbranos de la perfección. En este mundo hiperexigente, dinámico y vertiginoso nos vamos exigiendo de más, lo cual nos afecta en la salud mental sin duda. No somos perfectos, abrazar mi humanidad es abrazar la imperfección. Siempre somos “ser-siendo” con los demás. Nadie está acabado o pronto o ya hecho. Estamos en construcción, seamos compasivos con nosotros mismos. Vivir como seres humanos es abrazar nuestra vulnerabilidad. También implica reconocer que la pandemia nos pasó por encima y reveló nuestras fragilidades y quizás pocos recursos para lidiar con el malestar.
Saber manejar el estrés
Cuando comenzó la crisis sanitaria en 2020 aquellas personas que tenían un respaldo económico y buenos vínculos sociales, la pasaron “bien”; incluso algunas mejor que antes porque el “locus de control externo” (la pandemia) obligó a parar. Si podías trabajar por Zoom y quedarte en casa, entonces ¡qué privilegio! Pero si no tenías ese respaldo económico y tampoco tenías contacto con tus seres queridos, entonces la salud mental empezó a afectar.
El estrés agudo que provocó el inicio de la pandemia pasó a ser crónico, por lo que ya nadie la pasaría tan bien. Y a esto se le suma la presión económica causada por la crisis.
El estrés crónico afecta el sueño y la alimentación, tensiona los vínculos y genera irritabilidad, aburrimiento, desgano y fastidio. Saber manejar el estrés es clave para la salud mental y hay varias formas de hacerlo: desde recurrir a terapia hasta hacer actividad física, salir a caminar o practicar mindfulness. Gestionar el estrés pasa por identificarlo, reconocerlo, comprender por qué me siento así y luego “autorreglarme”. Esto es lo que nos da la libertad existencial.
Manejar el estrés implica también hospedar las frustraciones, ya que no siempre nos va bien ni nos tiene que ir bien en todo. “El éxito y el fracaso son dos grandes impostores”, dijo Rudyard Kipling. Cuidar los vínculos Nadie encuentra el sentido de la vida solo, se descubre y se vive con los demás.
En un mundo cada vez más individualista parece un pecado que nos importe lo que le pasa al otro. Ahí está la revolución actual.
Mirar a nuestro alrededor, salir del narcisismo. Si me exilio de los otros, me exilio de mí mismo, de mis potencialidades. Cuidar los vínculos pasa por tener empatía, por ser amables, por entender que “el otro del otro… soy yo”. Y ver que crecemos juntos. Si te sientes amado, si tienes tus dones para el mundo, si miras a tu alrededor y te sientes querido y tienes a quién ayudar, entonces tu vida ya tiene sentido. Por el contrario, si te sientes solo, inútil, poco importante o querido, entonces crecerá la tristeza, la soledad y la depresión.
Hacer ejercicio físico en forma regular Cualquiera que hace ejercicio sabe que siente pereza al levantarse, pero mientras que está realizando la actividad y, sobre todo, al terminar la sesión, se siente más alegre. Se divirtió en el camino, transpiró, pero se siente mejor. El ejercicio físico es clave para la salud mental, es un “ansiolítico natural” y de fácil acceso. Implica salir del sedentarismo para moverse.
Mover el cuerpo es mover el alma. Como afirman los expertos en neurociencia, hay que cuidar el “cuarteto de la felicidad”: 1) dopamina: dormir de siete a nueve horas diarias; 2) oxitocina: hacer meditación, ser generosos, abrazar a tus seres queridos; 3) serotonina: agradecer, disfrutar de la naturaleza y recordar momentos lindos; y 4) endorfinas: practicar hobbies, leer, reír, bailar y cantar.
Ser agradecidos
Como me gusta decir siempre, la gente feliz agradece, no envidia. Agradecer nos ubica en el aquí y el ahora, nos permite honrar a nuestro cuerpo y mente, a nuestros amigos… a la vida misma. El rencor, el enojo, la bronca, los celos, son pecados del ego que nos quitan salud mental. Salud emocional es despertarse y agradecer. Cada día que nos despertamos es un milagro, es una oportunidad para crecer y vivir.
Darle sentido a la vida La última llave pasa por encontrar el sentido de nuestra vida, sabiendo que de por sí viene con un sentido. Cuando uno conoce sus dones, sus habilidades, cuando tengo gente a mi alrededor y una tarea para hacer, entonces puedo vivir con sentido. En un mundo en el que predomina la soledad, vivir con sentido pasa por des-cubrir las señales que cada día me trae la vida.
Para esto puede servir esta breve guía existencial de Adam Leipzig. Te invito a que escribas las respuestas: 1. ¿Quién soy? 2. ¿Qué hago? ¿Qué amo hacer? ¿Qué me apasiona? 3. ¿Para quién hago lo que hago? 4. ¿Qué precisan o necesitan esas personas? 5. ¿Cómo cambian esas personas gracias a lo que yo les doy?
Viktor Frankl habla de la autotrascendencia. Vivir es servir, liderar es servir. Vivo con sentido cuando miro a mi alrededor. Cuanto más miro hacia mí mismo, más me encierro. La salud mental es agradecer, cuando uno mira hacia afuera crece y se siente agradecido. La enfermedad siempre nos obliga a mirar dentro y nos encierra. Nos da más sentido y felicidad ver feliz a la gente que queremos. Si cuido a los demás me cuido a mí mismo. No perder a los demás en el camino. Como sociedad urge poner foco en la prevención, en un país con una altísima tasa de suicidio, en el que los sistemas públicos y privados de salud mental están colapsados y la buena atención queda reducida a quienes pueden acceder a ella.
Pregúntate a ti mismo o a quien tú quieras: ¿Cuáles son tus sueños? Y, sobre todo, ¿en qué medida la manera en que yo te quiero te está ayudando a hacer tus sueños realidad?