La resistencia a los antibióticos se ha constituido como un verdadero problema de salud global. Pero, ¿de qué se trata? Esto ocurre cuando las bacterias desarrollan la capacidad de resistir los efectos de los medicamentos diseñados para eliminarlas. Este fenómeno no implica que el cuerpo se haga resistente, sino que los microorganismos se vuelven más difíciles de tratar, lo que complica la cura de infecciones.
Este problema surge principalmente por el uso inadecuado o excesivo de antibióticos, como tomarlos sin prescripción médica, no completar los tratamientos o utilizarlos para enfermedades virales como resfriados o gripes, donde no son efectivos. Además, el uso indiscriminado en la agricultura y ganadería también contribuye a la propagación de bacterias resistentes.
Las consecuencias de la resistencia a los antibióticos son graves. Las infecciones comunes, como neumonías, infecciones urinarias o heridas infectadas, pueden volverse más difíciles y costosas de tratar. En casos severos, estas infecciones pueden causar complicaciones graves o la muerte.
Para combatir la resistencia es crucial usar antibióticos solo cuando los prescribe un médico, completar los tratamientos indicados, promover la higiene para prevenir infecciones y apoyar investigaciones para desarrollar nuevos fármacos. El uso responsable de estos medicamentos es clave para proteger su eficacia y la salud de las generaciones futuras.