¿Quién no ha dicho “¡feliz primavera!” por estas horas? Y en ese deseo, está clara una realidad: la llegada de la primavera nos cambia el humor y nos pone más felices. Pero, ¿por qué? ¿cuál es la razón biológica-química detrás de esta situación?
Más energía, ganas de salir y una sensación general de bienestar. Este fenómeno no es casualidad, sino el resultado de varios factores biológicos y ambientales que impactan directamente en nuestras emociones.
Uno de los principales es la mayor exposición a la luz solar. Con días más largos y luminosos, el cuerpo incrementa la producción de serotonina, un neurotransmisor vinculado con la sensación de felicidad. Al mismo tiempo, la vitamina D, sintetizada gracias al sol, influye en el equilibrio hormonal y en la salud ósea y muscular.
El tiempo más templado también juega su papel. El frío del invierno suele limitar la actividad física y las interacciones sociales, mientras que las temperaturas agradables invitan a caminar, reunirse al aire libre o retomar hobbies. El movimiento y la conexión social son dos potentes estímulos para mejorar el estado de ánimo.
Además, la naturaleza se renueva: el florecimiento, los colores y los aromas actúan como estímulos sensoriales positivos que generan placer y reducen el estrés. Este entorno más vibrante y estimulante ayuda a reforzar la motivación y la creatividad.
¡Feliz primavera!