Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, una fecha que busca poner de manifiesto la importancia de los hábitos alimenticios y su impacto en la salud. Por eso, hoy les proponemos recordar algo simple, pero necesario: lo que elegimos llevar a la mesa no solo influye en nuestra energía diaria, sino también en la prevención de enfermedades a largo plazo. Comer bien es, en definitiva, una forma de cuidar nuestra vida.
Una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas de calidad, ayuda a mantener un peso saludable, fortalece el sistema inmunológico y reduce el riesgo de patologías crónicas como diabetes, hipertensión o ciertos tipos de cáncer. Por el contrario, una dieta alta en ultraprocesados, grasas saturadas y azúcares favorece la aparición de problemas que afectan la calidad de vida.
Pero la elección no solo es personal: también tiene un impacto colectivo. Optar por alimentos locales y de temporada apoya la producción sostenible y reduce la huella ambiental. Asimismo, planificar las compras y evitar el desperdicio contribuye a un sistema alimentario más justo.
El Día de la Alimentación nos recuerda que cada decisión en torno a la comida cuenta. Apostar por opciones nutritivas y conscientes es un acto de autocuidado y de responsabilidad con el entorno.