Que los niños formen parte de la dinámica de la cocina no es solo por el juego. Integrarlos a la cocina tiene varios beneficios para su salud. A continuación, repasamos algunos.
Como decíamos, incluir a los niños en la preparación de sus comidas no solo es una actividad divertida y educativa, sino también una herramienta poderosa para fomentar hábitos saludables desde pequeños. Participar en la cocina les permite conocer los alimentos, aprender sobre nutrición y desarrollar una relación más consciente con lo que comen.
Estudios han demostrado que los niños que ayudan a cocinar son más propensos a probar nuevos alimentos, especialmente frutas y verduras. Además, al involucrarse en el proceso, sienten mayor responsabilidad y orgullo por sus elecciones alimenticias, lo que promueve una alimentación más variada y equilibrada.
Cocinar también estimula habilidades cognitivas y motoras: desde contar ingredientes hasta medir, mezclar o seguir instrucciones. Es una excelente forma de reforzar conceptos matemáticos, lenguaje y coordinación mano-ojo de manera práctica y entretenida.
A nivel emocional, compartir este momento fortalece el vínculo familiar, promueve la comunicación y la colaboración. Enseñarles a preparar sus propios alimentos desde chicos es sembrar autonomía, creatividad y conciencia sobre la importancia de una buena alimentación.