Desde que la primer vacuna fue introducida en 1798 por Sir Edward Jenner, 14 vacunas han sido responsables del control de las principales enfermedades en el mundo:
viruela, difteria, tétanos, fiebre amarilla, tos convulsa, enfermedad invasiva por Haemophilus influenza tipo b, poliomielitis, sarampión, varicela, rubéola, fiebre tifoidea, rabia, rotavirus, hepatitis b.
Progresivamente otras han engrosado la lista, demostrando su utilidad al analizarse el impacto en la reducción de la enfermedad que previenen, como la vacuna contra neumococo, hepatitis A y meningococo, entre otras.
El diseño de esquemas nacionales de vacunación y la universalidad en su aplicación, son consideradas una medida de igualdad social; lograr coberturas uniformes y elevadas permite controlar, eliminar y eventualmente erradicar enfermedades. Es por ello las vacunas son catalogadas como una de las principales intervenciones técnicas y económicas responsables de la mejoría de los sistemas públicos sanitarios.
La vacunación ha colaborado en reducir en más de 50% la mortalidad en los niños menores de 5 años desde 1990 a 2015. El impacto social de la vacunación es tan grande, que ha sido ubicada en el 8º lugar dentro de las 50 invenciones más importantes desde la rueda (apenas por debajo de la internet).
Debemos estar alertas, ya que cuando una enfermedad inmunoprevenible es controlada gracias a tasas de vacunación adecuadas, cuando no vemos complicaciones asociadas o muertes provocadas por dicha enfermedad, la percepción de los beneficios de las vacunas tiende a no valorarse adecuadamente y surgen cuestionamientos acerca de su real utilidad, sus potenciales efectos adversos y los costos que generan. En ese contexto puede generarse una disminución en la cobertura vacunal, permitiendo la reemergencia de enfermedades otrora controladas.
¿Cómo las vacunas generan inmunidad?
Poder comprender el funcionamiento de las vacunas y cómo generan protección contra diversas enfermedades, es fundamental a la hora de analizar los beneficios de la vacunación.
La vacunación (inmunización activa) tiene como objetivo administrar todo o parte de un organismo, o un producto del mismo (ej. toxina, un antígeno purificado, o un antígeno producido por ingeniería genética), para evocar una respuesta inmunológica (celular o humoral) y una protección clínica que simule la infección natural con nulo o escaso riesgo para el individuo.
Dicha protección puede ser de por vida o requerir refuerzos periódicos para mantener la protección, puede proteger contra las manifestaciones más severas o contra las complicaciones provocadas por la enfermedad.
La generación del efecto protector es primariamente otorgado por la inducción de anticuerpos contra antígenos específicos. Las vacunas confieren protección induciendo mecanismos efectores de respuesta (celulares o humorales) capaces de controlar rápidamente la replicación de los patógenos o inactivando sus componentes tóxicos. Los efectores inducidos por la vacunación son esencialmente anticuerpos capaces de unirse específicamente contra el patógeno o sus toxinas.
Las vacunas pueden ser categorizadas en vivas atenuadas o inactivadas
Las vacunas vivas atenuadas, contienen bacterias o virus capaces de producir una infección y replicarse en los tejidos del receptor sin causar enfermedad actuando como inmunógenos, es decir induciendo una respuesta inmune específica contra el patógeno similar a la enfermedad natural.
Una vacuna inactivada consiste en un inmunógeno que no es capaz de establecer una infección y por lo tanto no es mantenido o replicado en el individuo receptor.
Desafíos en el siglo XXI
Beneficios de la vacunación
Existen diferentes tipos de beneficios en la vacunación: personales, para la comunidad y para las futuras generaciones, así también un objetivo final de la vacunación sistemática, que es la erradicación, eliminación y control de enfermedades inmunoprevenibles.
Eficacia – efectividad
La eficacia de una vacuna corresponde a la capacidad de protección que brinda al individuo vacunado, de padecer una enfermedad o sus complicaciones. En general puede medirse comparando el impacto de determinada enfermedad entre una población vacunada con una no vacunada.
La efectividad, mientras tanto, abarca la protección ofrecida a una población en condiciones reales, de manera directa (individual) o indirecta (población). Si bien está proporcionalmente relacionada con la eficacia de una vacuna, también puede verse afectada por factores externos a la misma (ej. cobertura vacunal, acceso a centros de vacunación, costos).
Seguridad – Efectos adversos
La utilización de las vacunas puede generar efectos adversos de diferente entidad. La mayoría son leves, como eritema y edema local, dolor en el sitio de inoculación, siendo excepcionales y frecuentemente asociados a determinados grupos de riesgo aquellos más graves (p.e. reacción anafiláctica grave e incluso muerte).
Un evento adverso asociado a vacunación (ESAVI) es cualquier daño clínico que ocurre luego de la administración de cualquier vacuna, y que no necesariamente se relaciona con la misma como causa. Es fundamental remarcar esto último: implica una asociación temporal pero no causal con la vacuna.
Identificar la causalidad de dichos efectos con la administración de determinada vacuna, requiere de un sistema de vigilancia estrecho que detecte rápidamente su aparición, analice potencial asociación y elimine dicha sospecha. Esto resultará en evitar alarma pública, mantener tasas de vacunación elevadas y por ende, aparición de población susceptible para reemergencias de enfermedades inmunoprevenibles.
Conclusiones
Las vacunas y la vacunación son consideradas, luego del agua potable, como la principal medida sanitaria responsable de la reducción de la mortalidad en la historia de la humanidad.
Dentro de sus beneficios más evidentes, resaltan la eficacia y efectividad para impactar de manera drástica en la incidencia de enfermedades generadoras de morbi-mortalidad a punto de partida de certificados de inmunizaciones nacionales cada vez más completos y adecuados a la epidemiología regional, de manera segura, duradera y costo efectiva.
A pesar de ello, y luego de más de 100 años desde su creación, tienen que revalidar permanentemente su utilidad frente a grupos antivacunas e individuos resistentes a la vacunación.
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