Todas las noches nos vamos a la cama. Acostarnos a dormir es parte de la rutina de cualquier persona. Sin embargo, puede que todos tengamos experiencias distintas a la hora del sueño. Algunos duermen más, otros menos. A algunos les cuesta conciliar el sueño, otros se duermen enseguida. En cualquier caso, lo que importa es la calidad de ese sueño: porque un buen descanso influye directamente en nuestra salud.
En ese sentido, como apuntan desde el Ministerio de Salud Pública de Uruguay (MSP), la mala calidad del sueño “perjudica el control de factores de riesgo vascular como la hipertensión, la diabetes o la obesidad y aumenta las posibilidades de sufrir ataques cerebro vasculares (ACV)”.
¿Cuánto hay que dormir?
“Para los niños, lograr la cantidad de horas de sueño recomendada con regularidad se vincula con un mejor estado de salud, que incluye una mejora en la atención, la conducta, el aprendizaje, la memoria, la capacidad para controlar las emociones, la calidad de vida y la salud física y mental”, apunta el sitio Mayo Clinic.
Para ellos, la cantidad de hora de sueño es variable según la edad. Los recién nacidos duermen 17 horas en un sueño de muchos episodios a lo largo de las 24 horas, y a medida que crecen, ese tiempo de sueño se reduce a 10 o 12 horas. Y en el caso de los adolescentes, se recomienda que duerman alrededor de 10 horas.
En los adultos, en tanto, parece haber consenso en que es importante que duerman al menos siete horas. “Dormir menos de siete horas por noche con regularidad se vincula con un estado de salud deficiente, que incluye aumento de peso, diabetes, presión arterial alta, enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y depresión”, recoge Mayo Clinic.
Consejos para mejorar la calidad del sueño
Consolidar la calidad del sueño va de la mano de los hábitos. Si queremos dormir bien, hay que transmitirle al cuerpo la costumbre de aquellas cosas que lo llevan a descansar. Por eso, algunas recomendaciones que hace el MSP son:
– Horarios. Mantener horarios regulares para dormir y para levantarse, así como también en relación al momento de las comidas.
– Off. Evitar el uso de dispositivos electrónicos en la hora previa a dormir (pantallas de tv, celulares o equipos de computación) porque producen hiperestimulación lumínica, además de afectiva y cognitiva si se usan redes sociales o juegos en línea.
– El agua siempre es buena opción. Evitar las bebidas con cafeína o sus derivados (café, té, mate, bebidas cola) después de las 18:00 horas.
– Un lugar sagrado. Reservar la cama solamente para dormir. Evitar acostarse antes de la hora fijada para iniciar el sueño.
¿Qué pasa con la siesta?
Hay muchos a quienes “el cuerpo les pide dormir un ratito” en algún momento del día. Y no está mal; al contrario, puede ser reparadora y mejorar las funciones cognitivas. Es una forma de cargar energía para seguir trabajando o estudiando.
Sin embargo, esa siesta debe ser en la medida justa. Eso es, entre 15 o 20 minutos, y preferentemente entre el mediodía y las 15:00 horas.
Las siestas que se prolongan durante más tiempo suelen derivar en mayor somnolencia y sensación de embotamiento al despertar.
FUENTE: Mayo Clinic / MSP