La inmersión en piscinas y playas, tan frecuente en esta época del año, favorece la proliferación y el crecimiento de bacterias que, sumados a los cambios de pH vulvovaginal, las temperaturas altas y la transpiración pueden dar lugar una infección urinaria.
La infección urinaria se define como la presencia de microorganismos en el tracto urinario con o sin presencia de síntomas, pudiendo detectarse cuando no hay síntomas con el cultivo de la orina. La misma se puede clasificar en alta o baja, cuando afecta uréteres y/o riñones; o uretra y/o vejiga, respectivamente.
La infección urinaria baja también se denomina cistitis, dado el constante compromiso de la vejiga urinaria (del griego “kisty”, vejiga; e “itis”, un término médico que hace referencia a inflamación). Es una infección muy frecuente en personas con vulva, de cualquier edad, siendo aún más habitual en los meses de verano.
El calor, el sudor y la humedad y los cambios del pH vulvovaginal por inmersión en piscinas o playas, alteran la flora bacteriana vaginal normal y favorecen la proliferación y el crecimiento de bacterias que pasan desde el periné a la uretra y la vejiga. A estas condiciones que promueven los meses de calor se puede sumar un posible aumento de las relaciones sexuales, factor que aumenta el riesgo de infecciones urinarias (aunque no son la causa de la infección, facilitan el contacto por arrastre de las bacterias).
En el caso de las personas con pene, al tener la uretra más larga y situada más lejos del ano, es más difícil que llegue a producirse la infección. Sin embargo, el uso de sonda vesical aumenta considerablemente el riesgo.
Sus síntomas más comunes son ardor o dolor al orinar, aumento de la frecuencia en ir a orinar, orinar pocas cantidades en cada micción, presentar ganas de orinar constantes y no poder hacerlo, sensación de no haber vaciado la vejiga completamente luego de orinar, pesadez en la zona inferior del vientre y, a veces, puede producirse sangre con la orina. El tratamiento consiste en el uso de antibióticos, por lo que, ante la presencia de los síntomas mencionados, debe consultarse al médico con el fin de utilizar el adecuado y evitar otras complicaciones.
Consejos para prevenir la cistitis en verano
- Mantener una hidratación adecuada. Beber con mínimo dos litros de líquidos al día. Llevar una alimentación saludable, rica en fibra, que promueva un correcto tránsito intestinal, evitando el estreñimiento, que facilita la proliferación de bacterias patógenas en la zona anal. Un alimento que ha demostrado disminuir las infecciones urinarias son los arándanos.
- Orinar con frecuencia, cada dos o tres horas y antes y después de las relaciones sexuales. No se debe retener la orina por demasiado tiempo.
- Mantener una higiene adecuada. Se debe limpiar siempre desde delante hacía atrás, buscando no favorecer el contacto de los microorganismos del ano con la uretra o la vagina.
- No usar productos irritantes en el área urogenital como espermicidas o duchas vaginales para evitar alterar la flora vaginal.
- Usar productos humectantes adecuados para limpieza íntima.
- Evitar abusar de los tampones. El uso de tampones o del diafragma puede favorecer las infecciones, ya que presionan la uretra y dificultan el vaciado de la vejiga, además que promueven la proliferación de bacterias a nivel vaginal. Cambiar con frecuencia los protectores diarios.
- Cambiar frecuentemente la ropa de baño húmeda por ropa interior seca. Se recomienda usar ropa interior de algodón.
- En casos de infecciones de repetición puede usarse una dosis de antibiótico después de tener relaciones sexuales (llamada «profilaxis postcoital»).
Por Dr. Stefano Fabbiani.