Hoy nos proponemos poner bajo la lupa un dispositivo que ha salvado vidas y que, si uno lo piensa rápido, parece de otro mundo: el marcapasos, un dispositivo médico que se utiliza para tratar trastornos del ritmo cardíaco, como la bradicardia, cuando el corazón late demasiado lento.
Este pequeño aparato, del tamaño aproximado de una moneda grande, se implanta debajo de la piel, generalmente en la zona del pecho, y se conecta al corazón mediante uno o más electrodos (cables delgados).
Su función es monitorear constantemente los latidos del corazón. Si detecta que el ritmo es anormal o demasiado lento, envía impulsos eléctricos imperceptibles que estimulan al corazón para que vuelva a latir correctamente. Algunos modelos son de acción continua, mientras que otros solo se activan cuando es necesario.
La mayoría de los marcapasos modernos son programables: los médicos pueden ajustar su sensibilidad, la frecuencia de estimulación y otros parámetros según las necesidades del paciente. Incluso muchos cuentan con sistemas de monitoreo remoto que permiten hacer controles a distancia.
Aunque no curan la enfermedad cardíaca de fondo, los marcapasos ayudan a mejorar la calidad de vida y a prevenir complicaciones graves, permitiendo que el corazón mantenga un ritmo estable y eficiente.