¿Alguna vez te preguntaste cómo funcionan los lentes de contacto? ¿Y qué los diferencia de los clásicos lentes de armazón? Bueno, empecemos por el principio. Los lentes de contacto son pequeñas y delgadas lentes que se colocan directamente sobre la superficie del ojo, específicamente en la córnea, para corregir problemas de visión como miopía, hipermetropía, astigmatismo o presbicia.
Funcionan de manera similar a los lentes comunes y corrientes: modifican la trayectoria de los rayos de luz que entran al ojo, ayudando a que se enfoquen correctamente en la retina, lo que permite ver con claridad.
Están fabricados con materiales blandos o rígidos permeables al gas, que permiten el paso de oxígeno para mantener el ojo sano. Al estar en contacto directo con la córnea, los lentes de contacto ofrecen un campo visual más amplio que los anteojos, sin distorsiones ni marcos que limiten la visión.
Pero no hay que perder de vista que requieren cuidados especiales: es fundamental mantenerlos limpios, almacenarlos correctamente y respetar los tiempos de uso para evitar infecciones o irritaciones.
Hoy en día existen lentes blandos desechables, rígidos, multifocales e incluso cosméticos. Elegir el tipo adecuado depende de las necesidades visuales, el estilo de vida y la salud ocular de cada persona, siempre bajo supervisión de un oftalmólogo.