Las personas que consumen habitualmente frituras tienen un 12% más de probabilidades de sufrir ansiedad y un 7% más de padecer depresión. Esa es la conclusión a la que llegó un estudio que analizó los datos de más de 140.000 personas.
La investigación, recogida por El Mundo, ahonda en los efectos de los alimentos fritos sobre la salud mental. Y para eso, los científicos analizaron datos de casi 141.000 personas del biobanco de Reino Unido..
Los datos señalan que la vinculación entre el consumo de alimentos fritos y la ansiedad y la depresión suele ser mayor en el caso de los hombres y los más jóvenes. Según los investigadores, “el elevado consumo de alimentos fritos y la exposición prolongada a la acrilamida podrían repercutir en la ansiedad y los síntomas de tipo depresivo a través de un proceso de neuroinflamación y modificación de la estructura lipídica de las membranas cerebrales”.
La clave de ese proceso está en la acrilamida. “La acrilamida es una sustancia química que, según informa la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), se forma de manera natural en los alimentos ricos en almidón durante la cocción a altas temperaturas (fritura, horneado y asado) y también durante el procesamiento industrial a temperaturas superiores a 120 grados con baja humedad. Es, en otras palabras, el proceso químico con el que se consigue que los alimentos tengan ese aspecto y sabor a ‘tostado’ que los hace más sabrosos. Se forma sobre todo a partir de azúcares y aminoácidos presentes de forma natural en muchos alimentos», apunta el estudio.
Fuente: El Mundo / Portal Salud