La pandemia de COVID-19 en curso plantea amenazas claras para el bienestar mental, pero no es inevitable un aumento del suicidio si se toman las medidas apropiadas.
Los incrementos de las tasas de suicidio no deberían ser una conclusión preconcebida, aun con los efectos negativos de la pandemia. Si se consideran las enseñanzas de la investigación sobre la prevención del suicidio durante y después de la pandemia, este potencial para el aumento del riesgo podría mitigarse sustancialmente, escribió la Dra. Christine Moutier, directora médica de la American Foundation for Suicide Prevention, en un comunicado invitado en JAMA Psychiatry.
Reducción del riesgo de suicidio
Aunque los datos de los primeros 6 meses de la pandemia revelan efectos específicos sobre el riesgo de suicidio, aquellos en tiempo real sobre fallecimientos por suicidio no están disponibles en la mayoría de las regiones del mundo. Con base en datos nuevos de varios países, no hay indicios de aumento de las tasas de suicidio durante la pandemia hasta ahora.
No obstante, diversos factores de riesgo relacionados con la pandemia podrían aumentar el riesgo de suicidio individual y en la población. Entre otros, podemos mencionar: empeoramiento o recidiva de enfermedades mentales graves; más aislamiento, soledad y duelo; más consumo de drogas y alcohol; pérdida del trabajo y otros factores económicos estresantes, y aumento de la violencia doméstica.
Hay estrategias que atenúan cada una de estas «amenazas para el riesgo de suicidio».
Medscape / Tendencias en Medicina.