Con sus altas temperaturas y una mayor exposición al mar o piscinas, el verano puede tener un impacto significativo en la salud capilar. Afortunadamente, tomando algunas precauciones como el uso de protectores solares, el cuidado adecuado antes y después de nadar, y una hidratación constante, es posible mitigar los daños y mantener el cabello saludable. A continuación, una nota de nuestra revista hermana Hola Salud.
Las altas temperaturas, el sol radiante, el agua salada del mar y el cloro de las piscinas son factores inevitables con los que el cabello entra en contacto durante la temporada de verano. Aunque se trata de una época que invita a disfrutar del aire libre y las actividades acuáticas, este periodo también puede resultar perjudicial para la salud capilar si no se toman las precauciones adecuadas.
La exposición al sol es uno de los factores más dañinos para el cabello en estos meses. La radiación ultravioleta del sol no solo afecta a la piel, sino también a las fibras capilares, alterando su estructura y composición. El cabello está formado principalmente por queratina, una proteína que lo hace fuerte y flexible, la cual puede descomponerse por la radiación UV, impactando negativamente en la salud del cabello.
Además, los rayos UV pueden degradar los pigmentos naturales, provocando un aclaramiento no deseado en los cabellos oscuros y una pérdida de brillo. Este efecto es más notorio en cabellos teñidos, ya que la exposición al sol acelera la descomposición de los tintes, lo que puede generar una decoloración no planificada.
Para evitar esto se recomienda el uso de protectores solares específicos para proteger el cabello, usar sombreros de ala ancha o pañuelos para proteger la piel del cuero cabelludo y evitar la deshidratación del cabello, y evitar la exposición directa al sol durante las horas pico (entre las 10 y las 16).
El agua salada del mar también puede tener efectos devastadores sobre la salud capilar. El exceso de sal en el agua despoja al cabello de su humedad natural, lo que provoca sequedad y fragilidad. Cuando el cabello entra en contacto con el agua salada, la sal atrae la humedad del mismo, dejándolo reseco y sin brillo. Además, el contacto constante con las olas puede generar fricción y provocar la apertura de las cutículas capilares, lo que debilita aún más la hebra.
Enjuagar el cabello antes de entrar al mar ayuda a que no absorba tanta sal, así como usar aceites capitales naturales como el de coco o argán para generar una capa protectora que evite que la sal penetre en las fibras capilares.
El cloro, utilizado en piscinas para eliminar bacterias y mantener el agua limpia, es otro agente nocivo para la salud capilar. El contacto frecuente con el cloro puede resecar profundamente el cabello, eliminando su humedad y provocando un aspecto quebradizo y opaco. Es por esto que deben utilizarse gorras de baño y tratamientos reparadores luego de nadar en piscinas con cloro. Al igual que con el agua salada, es crucial enjuagar el cabello con agua dulce antes de entrar a la piscina para que no absorba tanto producto.
La dieta en el cuidado del cabello
La salud capilar no depende solo de los cuidados externos, sino también de una adecuada alimentación. Durante el verano, el aumento de actividades al aire libre puede generar una mayor exposición a factores que dañan el cabello, por lo que es esencial mantener una dieta equilibrada rica en vitaminas y minerales que favorezcan la fortaleza capilar.
Consumir alimentos ricos en vitaminas A, C, E y del complejo B, así como en minerales como el zinc y el hierro, puede mejorar la salud del cabello desde el interior. Estos nutrientes protegen las fibras capilares del daño oxidativo y fomentan el crecimiento saludable.
Así mismo, incorporar ácidos grasos omega-3 y omega-6 en la dieta, a través de alimentos como el pescado, las nueces o las semillas de chía, puede ayudar a mantener el cabello hidratado y reducir la inflamación del cuero cabelludo.

