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El primer Hospital Verde

 

Se encuentra en Noruega en el medio del bosque el primer hospital de asistencia sanitaria natural para ofrecer, a los pacientes y sus familias, un respiro físico y psicológico a los tratamientos fuera de la internación tradicional.

Este singular hospital verde o “retiro al aire libre” está en un exuberante bosque y cerca del arroyo Sognsvann, en la capital noruega.

También se construyó un edificio hermano, situado en un bosque de hoja caduca, entre robles y abedules, y con vistas a un estanque cercano, junto a otro de los hospitales más grandes de ese país nórdico, el Kristiansand, situado en la región de Sørlandet, en el sur del país, del cual este segundo refugio se encuentra también a una corta distancia a pie.

Ambos retiros, completados ya el año pasado, han sido diseñados para la Fundación Friluftssykehuset para ofrecer a los pequeños pacientes y sus familiares un respiro físico y psicológico a los estrictos tratamientos y al aislamiento que suele implicar la hospitalización a largo plazo.

La naturaleza proporciona a los pacientes una alegría espontánea y les ayuda a relajarse. Estar en un entorno natural les provoca una calma renovada que pueden llevarse al hospital. Estos retiros contribuyen a motivarles a pasar por el tratamiento y ayudan a un mejor manejo de su enfermedad.

 Casitas de árbol llenas de magia silenciosa

Las cabinas, que pueden usarse para el tratamiento y la contemplación, en las que pueden pasar tiempo familiares y amigos, junto a los pacientes lejos de los pasillos del hospital, están abiertas a todos los pacientes conectados a dicho centro médico independientemente de su enfermedad, y se gestionan a través de un sistema de reservas.

Sus reducidos espacios, de unos 35 metros cuadrados, están en marcado contraste con los monumentales edificios de los hospitales, y su lúdica construcción recuerda a las típicas cabañas de madera o “casita del árbol” que construyen los niños.

Cada cabina tiene una sala principal, una sala más pequeña para conversación y tratamiento, y un baño, y su interior está revestido en roble, haciéndose eco de los bosques del exterior. Las grandes ventanas de vidrio de la cabina se pueden abrir por completo a la naturaleza, para que los visitantes puedan asomarse al bosque, oler el suelo húmedo del entorno y escuchar el sonido del agua goteando mientras permanecen dentro de la cabaña.

Aunque las cabinas están integradas en el campus del hospital, su ubicación aislada y estética natural hacen que se las perciba como un lugar distinto, un lugar de magia.

 

EFE

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