Muchos son grandes fanáticos. Otros apenas lo toleran cerca. Pero lo innegable es que el queso es un rey de la gastronomía, presente en muchos platos o protagonista en varias propuestas. Pero, ¿qué sabemos sobre él? ¿Cuál es su aporte nutricional? ¿Qué precauciones debemos tener a la hora de consumirlo?
Empecemos por el inicio: el queso aporta valiosos nutrientes al organismo. Es una excelente fuente de proteínas de alta calidad, fundamental para la reparación y mantenimiento de tejidos.
También contiene calcio, fundamental para la salud ósea y dental. Además, provee fósforo, vitamina A, vitamina B12 y zinc, nutrientes esenciales para varias funciones corporales.
Sin embargo, debido a su contenido en grasas y sodio, es crucial consumirlo con moderación y considerar algunos cuidados. Las grasas presentes pueden ser saturadas, por lo que el consumo excesivo puede contribuir al aumento del colesterol. Optar por variedades más magras y moderar las porciones puede ayudar a controlar la ingesta de grasas.
Como decíamos, el contenido de sodio en algunos tipos de queso puede ser alto, lo que puede ser problemático para personas con hipertensión o condiciones que requieren una restricción de sodio. Optar por quesos con menor contenido de sodio o limitar su consumo puede ser necesario en estos casos.
Por último, es importante tener en cuenta que el almacenamiento adecuado es esencial para prevenir la contaminación y el deterioro del queso. Guardarlo en la heladera, preferiblemente en envases herméticos, ayuda a conservar su frescura y sabor por más tiempo.