Si sacamos cuentas, descubriremos que la cantidad de horas semanales que pasamos en el auto son más de las que pensábamos. Por eso, es importante que también allí mantengamos hábitos saludables e identifiquemos aquellos que no lo son.
Hay hábitos poco saludables que pueden afectar más de lo que imaginamos. Uno de los más comunes es comer mientras se maneja: además de ser una distracción peligrosa, suele implicar el consumo de comida rápida o ultraprocesada, con exceso de grasas, azúcares y sodio.
En la misma línea, el descuido de la hidratación es frecuente: muchas personas pasan largos trayectos sin beber agua, lo que afecta la concentración y el rendimiento.
Otro hábito negativo es fumar dentro del vehículo, lo que no solo deteriora la calidad del aire y favorece enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino que también impregna superficies y tapizados con toxinas que permanecen en el ambiente.
La postura es otro punto crítico: conducir encorvado, con el asiento mal regulado o pasar horas en trancazos sin pausas favorece dolores de espalda, cuello y rigidez muscular.
Además, tener el volumen de la música demasiado alto puede generar daños auditivos y aumentar el estrés.
También se suele usar el celular en el auto, aunque sea en semáforos, lo que no solo incrementa el riesgo de accidentes, sino que eleva la ansiedad y la desconexión con el entorno.