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Hipertensión arterial: ¿cómo evitarla?

La hipertensión arterial es una patología poco expresiva, pero la más
frecuente entre la población adulta, constituyendo un factor de riesgo para
enfermedades cardiovasculares, la primera causa de muerte en Uruguay.

La hipertensión arterial se define como la elevación sostenida de la
presión arterial máxima superior a 140 mmHg y de la mínima superior a 90
mmHg. Entre los factores de riesgo para su aparición, se encuentran la dieta, la
inactividad física, el sobrepeso, el tabaquismo, el alcoholismo y el estrés.
Existen poblaciones con mayor riesgo de desarrollar hipertensión, que deben
prestar más atención a sus hábitos de vida, como personas con sobrepeso y
obesidad, diabéticos, mayores de 65 años, personas de sexo masculino,
afrodescendientes, y de bajo nivel educativo y socioeconómico.

La presión arterial es una enfermedad crónica que debe ser atendida y tratada
de por vida. Algunas estrategias basadas en el control de los factores de riesgo
de la hipertensión arterial pueden ayudar a prevenirla. En este sentido, buscar
tener hábitos de vida saludables es fundamental para evitarla o al menos para
colaborar en que sus complicaciones no evolucionen.

Tener un peso saludable
El exceso de peso y la obesidad se asocia con hipertensión desde edades
jóvenes, y en la adultez incluso entre individuos no sedentarios. La pérdida de
peso está vinculada a una caída de presión arterial, tanto en normotensos
como en hipertensos. Se debe realizar un abordaje integral para lograr un
descenso de peso y cambios en el estilo de vida, pero cuando esto no es
suficiente, se recomienda iniciar tratamiento farmacológico para esta
enfermedad.

Llevar una dieta controlada
Mantener una dieta saludable es fundamental para evitar y controlar la
hipertensión. El principal determinante que aumenta la presión es el sodio, que
se encuentra en la sal de mesa. Las necesidades diarias de sodio son dos
gramos, que equivale a una cucharadita de té. El enfoque dietético “DASH”
para controlar la hipertensión (Dietary Approaches to Stop Hypertension,
DASH) recomienda reducir el consumo de azúcar y alimentos dulces
procesados, evitar las carnes rojas y optar por aquellas con menos contenido
graso (ave y pescado) y evitar grasas, aceites y frituras. Recomienda el
consumo de dos porciones de lácteos por día, consumir hasta 30 gramos de
frutos secos al día y optar por el aceite de oliva.

Realizar actividad física
El ejercicio físico ayuda a reducir la presión y los factores de riesgo que
provocan enfermedades crónicas. Además, contribuye a regular los niveles de
colesterol. Son efectivos aquellos ejercicios de carácter rítmico y aeróbico,
como caminar, bailar, correr, nadar y andar en bicicleta. Se recomienda realizar
un mínimo de 150 minutos semanales, que corresponde a 30 minutos diarios.
Si se trata de un ejercicio de pesas, ha de realizarse siempre con cargas
moderadas.

Evitar el consumo de tabaco y el exceso de alcohol
El consumo prolongado de alcohol puede, además de aumentar la presión
arterial, aumentar la mortalidad cardiovascular general. Sin embargo, siempre
ha existido cierta evidencia de que el alcohol a dosis bajas ejerce algunos
efectos beneficiosos sobre el aparato cardiovascular. Por lo tanto, uno de los
factores que puede diferenciar entre efecto beneficioso o perjudicial del
consumo de alcohol es la dosis consumida. Se consideran altas dosis el
consumo de alcohol mayor a 60 g/día y bajas dosis a menos de 20 g/día en
mujeres y 40 g/día en hombres. Aproximadamente, un vaso de cerveza tiene
entre 10-15 g de alcohol, una copa de vino entre 13-20 g y una medida de
whisky o licor 20 g.
En cuanto al tabaquismo, su consumo agudo eleva la presión y su consumo a
largo plazo es la mayor causa de mortalidad por problemas cardiovasculares
en el mundo. Su abandono es la medida más efectiva.

Mantenerse alejado del estrés
El estrés es una respuesta de adaptación del organismo para hacer frente a
diferentes situaciones estresantes o difíciles. Sin embargo, cuando estas
repuestas ante las situaciones son muy intensas, frecuentes o duraderas, el
estrés puede traer complicaciones en la salud. Entre ellas, numerosos estudios
han relacionado el estrés con la hipertensión. Diversas investigaciones han
señalado que un determinante de esta asociación son las estrategias de
afrontamiento que el sujeto emplea al enfrentar las situaciones estresantes.
Además, el estrés parece actuar sinérgicamente con el tabaco, y las
situaciones estresantes suelen ser un desencadenante común de su consumo
y causa de recaída tras el abandono del hábito de fumar. La búsqueda de
apoyo social y psicológico es una estrategia que puede contribuir a evitar el
desarrollo de hipertensión arterial.

Hola Salud.

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