La carne a la parrilla es una delicia para muchos. Y cocinar sobre el fuego es una práctica muy antigua. Sin embargo, ni una cosa ni otra eximen a la parrilla de algunas consideraciones a tener en cuenta si de cuidados de la salud hablamos.
Y es que al cocinar carne a altas temperaturas, como en la parrilla, se forman compuestos potencialmente carcinógenos, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y aminas heterocíclicas (AHC), que se generan cuando la grasa y los jugos de la carne entran en contacto directo con las llamas o el calor intenso.
Estudios han relacionado la ingesta regular de carne a la parrilla con un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer, aunque la evidencia es mixta y se necesita más investigación para comprender completamente la relación.
Sin embargo, hay medidas que se pueden tomar para reducir estos riesgos, como evitar que la carne se carbonice demasiado y marinarla previamente, lo que puede ayudar a reducir la formación de compuestos dañinos.
Además, la carne a la parrilla puede ser una opción saludable si se eligen cortes magros y se complementa con una dieta balanceada rica en frutas, verduras y granos enteros. La moderación y la diversidad en la alimentación son clave para una dieta equilibrada y para minimizar cualquier posible riesgo asociado con el consumo de carne a la parrilla.