En el estudio “Influenza H1N1 vaccination and adverse pregnancy outcome”, de cohortes basado en una población grande no se encontró asociación entre la vacunación de madres contra la influenza H1N1 durante el embarazo y el trastorno del espectro autista en la infancia de la descendencia.
Los datos fueron publicados el 31 de agosto en la versión electrónica de Annals of Internal Medicine.
Para determinar si había asociación entre la vacunación materna contra la influenza H1N1 durante el embarazo y el riesgo de trastorno del espectro autista en la descendencia, los investigadores realizaron un estudio de cohortes basado en la población, utilizando datos del Registro Natal Médico, registro de vacunación basado en la red de siete regiones de asistencia sanitaria en Suecia.
Los investigadores incluyeron nacimientos vivos únicos entre octubre de 2009 y septiembre de 2010, con seguimiento hasta diciembre de 2016.
Lactantes que nacieron durante el periodo de estudio estuvieron in utero en algún momento durante la campaña de vacunación pandémica.
En la cohorte, 29.293 lactantes no estuvieron expuestos a la vacuna en la etapa prenatal, y 39.726 lactantes estuvieron expuestos, incluidos 13.845 durante el primer trimestre.
Durante el seguimiento (media, 6,7 años), a 394 niños del grupo expuesto se les diagnosticó trastorno del espectro autista frente a 330 del grupo no expuesto (incidencia acumulada: 1,0% frente a 1,1%).
Se realizó ajuste multivariado de posibles factores de confusión, tales como edad materna al nacimiento, índice de masa corporal materno, género del lactante, paridad materna, tabaquismo materno, país de nacimiento de la madre, ingresos disponibles, región de atención médica de la madre, comorbilidad materna, y tiempo de estudio prenatal.
Después del ajuste con respecto a estos factores no hubo asociación entre la exposición prenatal a la vacuna contra H1N1 y el trastorno del espectro autista (hazard ratio ajustado [HRa]: 0,95) o el trastorno autista (HRa: 0,96).
Las diferencias en la incidencia acumulada estandarizada entre la descendencia no expuesta y la expuesta fueron 0,04% para el trastorno del espectro autista, y 0,02% para el trastorno autista a los 6 años de edad.
Cuando los investigadores limitaron el análisis a la vacunación durante el primer trimestre, las estimaciones de riesgo fueron similares para el trastorno del espectro autista (HRa: 0,92) y trastorno autista (HRa: 0,91).
Las limitaciones del estudio incluyeron el hecho de que los investigadores no contaron con datos sobre la influenza por H1N1 en las mujeres embarazadas. «Si tanto la vacunación como la influenza (esta última menos frecuente en personas que reciben vacunación) fueron factores de riesgo para el trastorno del espectro autista en la descendencia, es posible que no hayamos detectado un efecto adverso de la vacunación», explicaron los autores.
Además, señalaron que no pueden descartar los factores de confusión residual, pues las mujeres que son más conscientes de su salud pueden haber tenido más probabilidades de recibir la vacuna; sin embargo, las autoridades sanitarias suecas recomiendan a todos los residentes, en particular a las mujeres embarazadas, que se vacunen, y el servicio no tiene ningún costo.
No es sorprendente que los autores no hayan encontrado vínculo entre la vacunación prenatal contra la influenza y la aparición de trastorno del espectro autista o trastorno autista durante la infancia. El autismo tiene fuerte componente genético, y ningún dato científico creíble respalda la creencia de que las vacunas administradas en el embarazo (o en la infancia) pueden causar autismo.
Medscape / Farmanuario.

