Por estos días, se registra una invasión de libélulas que a muchos los ha tomado por sorpresa. Pero más allá de lo curioso del hecho, lo sucedido es una excusa para recordar los beneficios que tienen las libélulas para el cuidado de nuestra salud. A continuación, datos de los que quizás no tenías idea.
Las libélulas cumplen un rol clave: su principal aporte está vinculado al control de plagas. Tanto en su etapa larvaria —cuando viven en el agua— como en su fase adulta, se alimentan de mosquitos y otros insectos, incluidos aquellos que pueden transmitir enfermedades como dengue, zika, chikungunya o fiebre amarilla.
Una sola libélula adulta puede consumir cientos de mosquitos por día, lo que las convierte en aliadas naturales de la salud pública.
Además, las libélulas son excelentes bioindicadores ambientales. Su presencia suele asociarse a ecosistemas acuáticos limpios y bien conservados, ya que son sensibles a la contaminación del agua. Cuando abundan, indican un entorno saludable; cuando desaparecen, pueden alertar sobre problemas ambientales que también impactan en la salud humana, como el uso excesivo de agroquímicos o la degradación de humedales.
Proteger a las libélulas implica cuidar los cuerpos de agua, reducir la contaminación y preservar la biodiversidad. Esto no solo favorece el equilibrio ecológico, sino que también ayuda a prevenir enfermedades transmitidas por vectores y mejora la calidad de vida de las comunidades.
