Un estudio científico que ha evaluado el cerebro de 2.200 voluntarios jóvenes y de mediana edad -la media fue de 48 años- sugiere que las personas con estrés crónico tienden a tener un órgano más pequeño.
No explica si la relación es una causa o un efecto de la tensión constante, si es que es alguna de las dos cosas, pero sí señala que es especialmente notable entre las mujeres.
El cuerpo humano responde al estrés produciendo distintas hormonas, pero la huella que los científicos suelen buscar en la sangre para detectarlo es la que deja el cortisol. El cortisol es absolutamente necesario para la vida porque la tensión que produce predispone al organismo a responder rápidamente ante una situación de alerta.
Si el estrés se cronifica y el cortisol se mantiene elevado durante mucho tiempo, la respuesta hormonal deja de ser beneficiosa y se convierte en un problema. El estudio, publicado en la revista Neurology, relaciona los niveles más altos de cortisol con el volumen cerebral más pequeño y también con el daño en algunas funciones cognitivas.
Resonancias magnéticas y pruebas psicológicas
Los investigadores analizaron imágenes obtenidas por resonancia magnética e hicieron pruebas cognitivas a los sujetos para evaluar su memoria, capacidad de razonamiento abstracto, percepción visual, atención y función ejecutiva. Aparte de las diferencias en el volumen cerebral, los científicos detectaron daños en la materia blanca en varias regiones del cerebro, especialmente en el cuerpo calloso, que conecta los dos hemisferios cerebrales.
La materia blanca -un tejido compuesto de fibras nerviosas que comunican las distintas partes del cerebro- está altamente correlacionada con la velocidad de procesamiento, que a su vez está asociada sólidamente con una mayor habilidad cognitiva en general. Su disrupción podría explicar parcialmente las deficiencias en las habilidades cognitivas asociadas a mayores concentraciones de cortisol.
Entre las facultades que los investigadores han visto perjudicadas destaca la memoria. No es una novedad; los episodios de estrés ya habían sido relacionados con una menor capacidad de evocar los recuerdos, pero no así los cambios en el volumen cerebral que proponen los investigadores, que de momento solo es una hipótesis.
Recomendaciones para vivir tranquilo, «mindfulness» y aceptación
El estrés es inevitable, incluso deseable para activarnos ante ciertas situaciones que requieren actuar rápidamente. Desde el punto de vista evolutivo, nuestro organismo está adaptado al estilo de vida paleolítico, en el que esos momentos eran puntuales. El estrés está ahora fuera de lugar, y eso provoca perversas consecuencias.
El contexto urbano, industrial, competitivo y de imprevisibilidad actual está haciendo que la tensión se cronifique, y eso favorece el deterioro cognitivo. También fomenta la aparición de enfermedades cardiovasculares y promueve respuestas contraproducentes del sistema inmune que pueden desencadenar neoplasias, tumores benignos o malignos.
La buena noticia es que, por muy inevitable que sea, podemos regularlo. «Siempre ha existido la desconexión, el viaje, los amigos, los momentos agradables» que nos ayudan a rebajar la tensión. Actualmente hay un abanico de técnicas a las que podemos recurrir, entre las que se destaca las relacionadas con el mindfulness y los recursos de aceptación y compromiso.
Los últimos implican hacerse consciente del problema y de la necesidad de superarlo. «Yo no soy mis pensamientos, yo no soy mis emociones. Puedo estar estresado, pero también puedo seguir»; emulando el proceso mental por el que funciona esta manera de manejar el estrés. Estás técnicas son elementos que pueden ayudar, pero solo si uno está habituado.
Neurology / El País. Es