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Niños y alergias de estación

Las alergias respiratorias son enfermedades crónicas muy frecuentes y en su mayoría comienzan en la infancia. El diagnóstico precoz y la intervención temprana mejoran notoriamente la calidad de vida de los niños y podrían evitar complicaciones futuras.

La alergia es una enfermedad sistémica que puede manifestarse en diferentes órganos: piel (dermatitis, urticarias), ojos (conjuntivitis), nariz (rinitis alérgica, rinosinusitis), oídos (otitis con efusión), bronquios (asma) y aparato digestivo (esofagitis), entre otros. Algunas personas heredan esta predisposición genética, y ante la exposición a algunos factores del medio ambiente o afecciones en su organismo, reaccionan a través de un mecanismo inmunológico mediado por la inmunoglobulina E, con respuestas que en personas no alérgicas no se producen.

La enfermedad alérgica más frecuente es la rinitis alérgica que la padece el 30 % de la población del mundo; pero, sin embargo, solo uno de cada cuatro pacientes es diagnosticado y recibe el tratamiento adecuado. Los síntomas característicos de esta afección son: estornudos s/t matinales, escurrimiento nasal de moco claro acuoso, prurito o picazón nasal u ocular y obstrucción por congestión nasal. También puede presentarse tos nocturna seca irritativa. En los niños puede causar alteraciones de la calidad de vida, del sueño y del aprendizaje, respiración bucal, disminución del apetito, etc. La inflamación de la vía aérea superior puede impactar en la vía aérea inferior, causando crisis broncoobstructivas o broncoespasmo inducido por ejercicio.

Es importante diferenciar un empuje de rinitis alérgica de un resfrío común.Este último es causado por virus, la aparición de síntomas es lenta, con malestar leve, estornudos asilados y secreción nasal mucosa blanquecina; puede haber fiebre, dolor de garganta, leve tos con secreciones y disminución del apetito. Mientras que en el empuje de rinitis alérgica predomina el prurito nasal y ocular, lagrimeo y rinitis acuosa, estornudos en salva y tos seca irritativa, pero nunca fiebre ni malestar general.

La rinitis alérgica puede ser, según su intensidad, leve, moderada o severa; y por su frecuencia, intermitente o persistente. Los desencadenantes pueden ser alérgenos intradomiciliarios, que son proteínas que se encuentran en algunas partículas que están dentro del hogar, como ácaros del polvo doméstico, hongos aerógenos, caspa de animales mascotas y cucarachas. También dentro del hogar existen irritantes-inhalantes del aparato respiratorio; por ejemplo, el humo de cigarrillo o de las estufas a leña, productos químicos de limpieza, productos en aerosoles y perfumadores ambientales, que actúan como desencadenantes de las reacciones alérgicas.

Recordemos que la situación actual por la pandemia ha incrementado el tiempo de permanencia en la casa y, por lo tanto, ha aumentado la exposición a estos alérgenos e irritantes en el ambiente del hogar. Deban considerase, además, las horas que los niños pasan en guarderías o escuelas inhalando estas sustancias.

Además de los alérgenos intradomiciliarios, existen los extradomiciliarios, o sea, aquellos que están fuera de la casa: pólenes (de árboles, malezas, gramíneas, flores), esporas de hongos, polución ambiental, etc. En algunos pacientes pueden ocurrir alergias estacionales por sensibilización a pólenes o por esporas de hongos que se respiran. En nuestro país, las estaciones polínicas son fundamentalmente el otoño y la primavera, cuando observamos empujes de síntomas desde fines de febrero a abril y desde fines de agosto a octubre.

¿Qué podemos hacer?

– Es muy importante respirar aire limpio, ya sea en el hogar, la escuela o la guardería, pues son muchas las horas de permanencia dentro de estos lugares cerrados.

– Se sugiere ventilar las habitaciones que estén secas, evitar hongos en las paredes y no utilizar productos en aerosoles ni sprays, ya que contienen gases propelentes. Tampoco deben usarse perfumes ambientales muy irritantes para la vía aérea.

– No se puede fumar dentro de la casa.

– Se recomienda evitar estufas que consumen oxígeno y/o emiten humo. Si se utiliza aire acondicionado, limpiar los filtros con frecuencia y que la temperatura esté entre 22 y 24 grados, que es la ideal para el aparato respiratorio.

– Cuidar especialmente el dormitorio, un lugar donde pasamos muchas horas. Evitar la acumulación de polvo o juguetes que los acumulen y usar alfombras que se puedan lavar. Evitar barrer en presencia del niño.

– Las mascotas como gatos o perros liberan caspa y pelo, que pueden sensibilizar a las personas y causar alergias respiratorias. Se promueve que no entren a los dormitorios, y si es posible que permanezcan fuera de la casa.

– Si son temporadas de baja temperatura, al salir de casa cubrir la nariz y la boca del niño con pañuelos o cuellos de tela polar para evitar que respire aire muy frio. Cuando el clima sea agradable, promover las actividades al aire libre.

– Se recomienda, además, que estos pacientes tengan una dieta con abundantes antioxidantes, es decir, muchas frutas y verduras.

Si el niño presenta síntomas en forma frecuente, no lo medique sin consultar al pediatra. Muchos antialérgicos pueden provocar somnolencia o sedación. El pediatra evaluará cuál será el tratamiento indicado para su niño. En caso que los síntomas sean persistentes o alteren su calidad de vida, es conveniente la valoración por pediatra alergista para considerar otras opciones como, por ejemplo, realizar los test alergológicos e inmunoterapia.

Por Dra. Gretel Morena, pediatra alergista / Hola Salud.

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