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Nuevos fármacos para diabetes tipo 2 no se vincularon a infecciones de vías urinarias

 

La utilización de inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa tipo 2 (SGLT-2), también denominados “glifozinas” para tratar diabetes de tipo 2 no parece aumentar el riesgo de infecciones de vías urinarias, en comparación con otras dos nuevas clases de compuestos farmacológicos para diabetes de tipo 2, según indican los resultados de un gran estudio.

Si bien se ha demostrado una y otra vez que los SGLT2 aumentan el riesgo de infecciones genitales (predominantemente micóticas, así como la complicación infrecuente pero grave, de gangrena de Fournier), su vínculo con las infecciones de vías urinarias es menos claro.

Sin embargo, en 2015, la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos publicó una advertencia sobre infecciones de vías urinarias graves a los prospectos de todos los inhibidores de cotransportador de sodio y glucosa 2 tras reportes de sepsis con infecciones de vías urinarias y pielonefritis en usuarios de estos fármacos.

Se publicaron recientemente los resultados de un estudio realizado por Dave et al., de comparaciones de más de 100.000 individuos con diabetes de tipo 2 que iniciaron tratamiento con SGLT2 comparado con pacientes que iniciaron incretinas (inhibidores de dipeptidilpeptidasa-4 o agonistas de receptor de péptido 1 similar a glucagón) no revelaron diferencias en las tasas de infecciones de vías urinarias graves o no graves durante un periodo aproximado de 2 años.

En cuanto a su validez interna, tiene varias fortalezas, como su diseño equiparado en cuanto a puntuación de propensión, el uso de productos comparativos activos en puntos similares en el manejo de la diabetes de tipo 2, y el ajuste estadístico riguroso, redujo los factores de confusión por indicación y por otras variables.

Con más de 100.000 pacientes por cohorte, los autores pudieron restringir el análisis a las infecciones de vías urinarias graves, un criterio de valoración clínicamente importante en pacientes con diabetes de tipo 2.

Sin embargo, el estudio tiene también algunas limitaciones, entre las que se excluyó a pacientes con alto riesgo de infecciones de vías urinarias (hidronefrosis, reflujo vesicoureteral, lesiones en la médula espinal o uso de catéter vesical a permanencia).

«Aunque tales exclusiones pueden haber aumentado la validez, es posible que también hayan afectado de manera adversa la posibilidad de generalización. También impidieron los análisis de subgrupos entre pacientes con el máximo riesgo para la variable de interés».

La variable primaria fue un episodio de infección de vías urinarias grave, definido como hospitalización por infección de vías urinarias primaria, sepsis con infección de vías urinarias o pielonefritis. La variable secundaria fue infección de vías urinarias en el paciente ambulatorio tratado con antibióticos. No se observaron diferencias en infecciones de vías urinarias graves o no graves.

Al comparar 61.876 pacientes con SGLT2 con pacientes en tratamiento con inhibidores de dipeptidilpeptidasa-4 (IDPP4), los episodios de infección de vías urinarias grave ocurrieron en 61 pacientes del grupo con SGLT2 y en 57 del grupo con IDPP4, lo que arrojó tasas de incidencia de 1,76 frente a 1,77 casos por 1.000 años-persona, respectivamente, una diferencia no significativa (p = 0,93).

En una segunda cohorte, después de equiparar en cuanto a puntuación de propensión a 55.989 pares de nuevos pacientes de SGLT2, en comparación con el mismo número de usuarios de agonistas de receptor de péptido 1 similar a glucagón (GLP-1), ocurrieron eventos en 73 frente a 87 pacientes, respectivamente, dando tasas de incidencia de 2,15 frente a 2,96 casos por 1.000 años-persona, respectivamente (HR: 0,72; p = 0,040).

Los resultados fueron congruentes para criterios de valoración secundarios, incluidas menos infecciones de vías urinarias graves. No hubo variación en una diversidad de análisis de sensibilidad y subgrupo, incluyendo género, edad, debilidad inicial o inhibidores de cotransportador de sodio y glucosa 2 individuales.

En conclusión, en una cohorte grande, el riesgo de eventos de infecciones de vías urinarias graves y no graves entre los que iniciaron el tratamiento con inhibidor de cotransportador de sodio y glucosa 2 fue similar al observado entre pacientes que iniciaron el tratamiento con otros antidiabéticos.

 

Medscape / Tendencias en Medicina.

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