HomeSalud para todos¿Qué debemos saber sobre el cáncer de cuello uterino?

¿Qué debemos saber sobre el cáncer de cuello uterino?

Esta enfermedad constituye un problema y un desafío a nivel de salud pública mundial.

Uruguay no es la excepción: en nuestro país, anualmente, se diagnostican 350 nuevos casos de mujeres con cáncer de cuello uterino y aproximadamente la mitad fallece por esta causa. Es el tercer cáncer más frecuente en la mujer, detrás del cáncer de mama y colorrectal. Así lo explica el Dr. Santiago Scasso en su artículo para la revista Hola Salud.

Desde hace varios años conocemos el agente causal del cáncer de cuello uterino, el virus de papiloma humano (HPV). Conocemos el comportamiento infeccioso y mecanismo lesional que produce este virus en el huésped. Sabemos de la existencia de varios genotipos de HPV y sabemos cuáles son los que se asocian más frecuentemente

con lesiones cervicales (HPV 16 y HPV 18 son los llamados de alto riesgo).

También conocemos los factores de riesgo que pueden favorecer o predisponer a esta infección o que debilitan el sistema inmune para su correcta defensa. Algunos de estos factores son modificables (tabaquismo, métodos anticonceptivos, comportamientos sexuales), y por ende podemos trabajar, asesorar y educar sobre ellos.

Existe un largo período entre que se produce la infección por HPV (que muchas veces puede ser una infección autolimitada) y la aparición de lesión a nivel de cuello uterino. Inicialmente se produce una displasia en el epitelio del cuello uterino, conocida también como lesión premaligna, es decir, no es cáncer aún.

Estas lesiones son las que se buscan en el control ginecológico periódico mediante la prueba de Papanicolau (PAP). La importancia radica en que si uno diagnostica las lesiones y las trata, evita que evolucionen a la etapa posterior de cáncer. Más aún, si a pesar

de esta etapa precáncer, no logramos entrar en contacto con la paciente y cuando se controla ya hay indicio de cáncer, también es curable en etapas iniciales de la enfermedad; ya sea mediante cirugía o radioterapia.

Lamentablemente, las proyecciones realizadas por agencias de salud internacionales muestran para América Latina un aumento en la incidencia de cáncer de cuello uterino en los próximos años, de no mediar estrategias de forma urgente. Uno de estos cambios es la concientización por parte de la población de la importancia del control pediátrico y ginecológico periódico.

Existen medidas demostradas y costo-efectivas que permiten eliminar el cáncer de cuello uterino, por ende evitar el sufrimiento y muertes de mujeres por esta enfermedad. En noviembre de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una estrategia a nivel mundial en vistas de encaminar la eliminación de esta enfermedad con foco en 2030. A esta se la denominó Estrategia 90-70-90, la cual consiste en lograr como mínimo: 90 % de niñas/niños vacunados frente HPV, 70 % de mujeres controladas con PAP o pruebas de HPV y 90 % de mujeres con lesión recibiendo un tratamiento adecuado (en tiempo y forma).

En Uruguay contamos con un Programa Nacional de Prevención del Cáncer de Cuello Uterino que se conduce en conjunto entre el Ministerio de Salud Pública y la Comisión Honoraria de Lucha Contra el Cáncer, desde 1994.

En el marco de este programa se monitoriza el control a nivel de la población y se elaboran las estrategias y recomendaciones. Actualmente, dado los grandes avances en los últimos años en las estrategias de vacunación y de tamizaje (por ejemplo, las pruebas moleculares de identificación de HPV), se están desarrollando nuevas guías de recomendaciones clínicas que seguramente estarán prontas en los próximos meses.

En lo que respecta a la vacuna frente al HPV, la recomendación vigente es su administración a niñas y niños entre 11 y 15 años, pudiendo incluso vacunarse de forma gratuita hasta los 26 años. Dos dosis son suficientes actualmente. Se demostró que el máximo beneficio de la vacuna es cuando se administra antes del inicio de las

relaciones sexuales. También se ha demostrado que el poder inmunogénico de la vacuna es mayor cuando se administra en edades tempranas.

En países con alta cobertura vacunal, ejemplo Australia, han logrado disminuir las infecciones y las lesiones asociadas al HPV y recientemente de mostraron la reducción de casos de cáncer de cuello uterino. Es una vacuna que ya lleva más de 15 años en el mercado y ha demostrado su gran seguridad.

Otra recomendación para la prevención incluye el tamizaje o screening periódico. Hoy, en nuestro país, está establecida la prueba de Papanicolau (PAP) al menos una vez cada dos años, con edad de inicio 21 años. Esta prueba permite detectar células con aspecto de infección por HPV, es una prueba citológica. Nos permite detectar lesiones premalignas de forma temprana, pudiendo así actuar oportunamente para evitar la progresión al cáncer. 

Como debilidad, el examen puede no detectar todas las lesiones (lo que se conoce como “baja sensibilidad”). Es por esto que, en los últimos años, se han desarrollado las pruebas de identificación de HPV en muestras de hisopado de cuello uterino. Esta tecnología tiene mucha mayor sensibilidad con respecto al PAP, pero por contrapartida, tiene un costo más alto.

Un caso positivo (infección por HPV) no significa necesariamente que la paciente va a desarrollar una lesión. 

Como ya vimos se necesitan de otros factores, no solo la presencia del virus, sino que depende fundamentalmente de la inmunidad del huésped para defenderse. A su vez no se recomienda realizar la prueba de HPV antes de los 30 años, dada la alta prevalencia de infecciones en menores de 30 años que muchas veces pueden ser transitorias y autolimitadas.

En lo que respecta al ultimo pilar de prevención frente al cáncer de cuello

uterino está el tratamiento adecuado, en tiempo y forma, de las lesiones premalignas diagnosticadas, con lo cual evitaremos su progresión al cáncer. Estas lesiones se tratan habitualmente mediante la resección de las mismas en un procedimiento conocido como cono leep o cono quirúrgico.

Para concluir, podemos decir que Uruguay tiene las herramientas necesarias para encaminarnos a eliminar el cáncer de cuello uterino. Podría llegar a ser el primer país en América Latina en lograr este objetivo (población pequeña, sin dificultades geográficas ni de accesibilidad al sistema de salud). Para ello debemos lograr aumentar y escalar la cobertura de usuarias a las estrategias de prevención demostradas efectivas y recomendadas por el MSP.

Mediante educación, difusión y concientización, así como trabajo en equipo y coordinado, podremos disminuir obstáculos sociales, económicos, culturales y del propio sistema de salud. Tendremos que poner foco especial a poblaciones más vulnerables o de riesgo para padecer esta enfermedad y así lograr aproximarnos al objetivo de 2030.

Fuente: Hola Salud / Portal Salud

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