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¿Qué es la enfermedad de Kawasaki?

 

La enfermedad de Kawasaki corresponde a una vasculitis o inflamación de los vasos sanguíneos de pequeño o mediano calibre. Ocurre con mayor frecuencia en lactantes y pre-escolares y suele tener una presentación aguda y autolimitada.

Entre el 15% y el 25% de los pacientes que evolucionan espontáneamente (sin tratamiento) puede ocurrir la formación de un aneurisma en las arterias coronarias, lo que constituye una complicación de la enfermedad. El tratamiento adecuado permite disminuir considerablemente el riesgo de complicaciones así como también la mortalidad asociada a la enfermedad.

Se desconoce aún la causa de esta enfermedad. Se le ha asociado a múltiples causas infecciosas pero no se ha podido comprobar una relación causal.

Los síntomas

La enfermedad de Kawasaki se caracteriza por la aparición de fiebre la que se mantiene por lo menos por cinco días, asociada a conjuntivitis bilateral sin secreción, aumento de tamaño de ganglios del cuello, aumento de volumen de manos y pies, enrojecimiento de los labios y mucosa oral y aparición de un ronchas en la piel. Otros síntomas frecuentes son irritabilidad, dolor abdominal, diarrea y vómitos. En la segunda semana de enfermedad se puede observar descamación de la piel en especial en manos y pies. Puede existir, aunque con mucha menor frecuencia, compromiso cardiaco, inflamación y dolor de las articulaciones, meninigitis aséptica, inflamación del sitio de vacunación de la vacuna BCG, compromiso hepático y vesicular entre otros.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se plantea frente a un niño que presenta por lo menos cinco días de fiebre, habiéndose descartado otros focos de infección, sumado a algunas de las manifestaciones anteriormente descritas. Cuando se sospecha la enfermedad es importante realizar una ecocardiografía basal para evaluar luego la evolución de la enfermedad.

¿Cómo se trata?

El tratamiento siempre se realiza en el hospital ya que el niño deberá recibir medicamentos como inmunoglobulinas y aspirina por vía endovenosa y ser controlado rigurosamente. Una vez que el niño es dado de alta en el hospital, debe continuar bajo control con su cardiólogo y un reumatólogo pediatra quienes vigilarán su recuperación.

Pediatría UC-.

 

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