Es probable que hayas escuchado hablar sobre la otitis, pero quizás no la conozcas con ese nombre. ¿Por qué? Porque probablemente se ha resumido a un “me duele el oído”. Pero se trata justamente de eso: una inflamación del oído, que puede causar molestias y problemas auditivos.
Existen dos tipos principales: la otitis externa, que afecta al canal auditivo externo, y la otitis media, que se desarrolla en el espacio detrás del tímpano.
Y precisamente la otitis externa suele ser conocida como «oído de nadador» debido a su asociación con la exposición al agua en piscinas y otros entornos acuáticos.
La otitis externa, o «oído de nadador», se desarrolla cuando el agua queda atrapada en el canal auditivo y crea un ambiente húmedo propicio para el crecimiento bacteriano. Los síntomas incluyen picazón, enrojecimiento, inflamación y dolor en el oído. En casos más graves, puede haber secreción y pérdida temporal de la audición.
¿Qué hacer para evitarla si vas a nadar?
Secá tus oídos: después de nadar, es importante secar cuidadosamente los oídos utilizando una toalla suave y moviendo la cabeza suavemente de un lado a otro para permitir que el agua salga del canal auditivo.
Usá tapones para los oídos: los tapones para los oídos de silicona o cera pueden ayudar a evitar que el agua entre en los oídos mientras nadás. Asegurate de que los tapones se ajusten adecuadamente para evitar irritación.
No insertes objetos: no introduzcas objetos como hisopos o algodón en los oídos, ya que esto puede empujar la humedad más profundamente y aumentar el riesgo de infección.
Consultá a un médico: si experimentás síntomas de otitis después de nadar, como dolor o irritación en el oído, buscá atención médica para recibir el tratamiento adecuado.