Después de las clásicas fiestas de fin de año puede que, si consumiste alcohol en exceso, experimentes algunos síntomas como dolor de cabeza, náuseas, fatiga, deshidratación, sensibilidad a la luz y al sonido, además de dificultad para concentrarse. Esto es nada más y nada menos que la conocida como “resaca”.
Estos malestares son consecuencia del impacto del alcohol en el cuerpo, que incluye deshidratación, irritación gástrica, alteraciones en los niveles de azúcar en sangre y la acumulación de acetaldehído, un subproducto tóxico del metabolismo del alcohol.
Para tratar una resaca, el primer paso es hidratarse. El alcohol actúa como diurético, por lo que reponer líquidos es fundamental para aliviar los síntomas. Consumir agua o bebidas con electrolitos ayuda a combatir la deshidratación. Además, ingerir alimentos ligeros y ricos en nutrientes, como frutas, tostadas o caldos, puede estabilizar los niveles de azúcar y calmar el estómago.
El descanso es clave, ya que el alcohol afecta la calidad del sueño. Dormir lo suficiente permitirá que el cuerpo se recupere más rápido. También, algunos remedios caseros, como el té de jengibre para las náuseas o el café para la fatiga, pueden proporcionar alivio.
La mejor forma de prevenir una resaca es beber con moderación, mantenerse hidratado durante el consumo y evitar hacerlo con el estómago vacío.
