Ya prácticamente nadie discute que el deporte es parte importante de la vida de cada persona. No solo porque la Organización Mundial de la Salud laudó hace tiempo una definición sobre salud que no deja lugar a dudas: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Sino también porque los resultados de la actividad física incorporada a la rutina están a la vista: uno se siente mejor, de adentro hacia afuera.
Y eso no es porque sí. “El deporte es un antidepresivo natural”, dice a Portal Salud la psicóloga especialista en deporte Elina Orozco. La exposición al sol, el fomento de vínculos y el intercambio con otros, además de las propias reacciones químicas en el cuerpo, son algunas de las razones por las que el deporte nos hace verdaderamente sentir mejor.
Con ese escenario, y de forma muy llana y con fines a este artículo, se podría pensar en una ecuación básica: si una persona se siente bien practicando deporte, ¿una persona que vive de ello y cuya vida gira en torno a ello, se siente extremadamente bien? La respuesta es compleja. Alcanza con mirar las noticias de los últimos años para ver deportistas profesionales en diferentes áreas y competencias que manifestaron sentir depresión o ansiedad, o hasta casos de suicidio. El asunto allí, explica Elina, no está en el deporte en sí mismo, sino en todo lo que rodea a ese deportista.
“Todo lo que pasa alrededor del deportista tiene un impacto emocional. El deportista interpreta lo que le sucede de cierta manera, y eso va a repercutir en su estado de ánimo”, explica la especialista.
Por eso, en el Día Mundial de la Actividad Física, nos proponemos abordar la salud mental en el deporte.
¿A qué se enfrenta un deportista profesional?
Cada deporte tiene sus particularidades. Y cada deportista, que es ante todo una persona, procesará las cosas de diferente manera. Pero hay algunas situaciones comunes a la práctica deportiva de alto rendimiento.
Algunos de los desafíos que enfrentan los deportistas a nivel emocional tienen que ver con: cómo manejan la presión; si entrenan mucho y no rinden como les gustaría rendir; si los tendrán o no en cuenta para determinada competencia; si se lesionaron y no se están recuperando como quisieran.
Pero también, en muchos casos, afrontan la pérdida paulatina de aspectos saludables para sus vidas. Porque para alcanzar el alto rendimiento tienden a dejar de lado otros asuntos, como la vida familiar o los vínculos sociales.
“Muchas veces vemos solo la cara externa del deportista, el éxito, a alguien fuerte, que puede superar adversidades, pero no vemos todo lo que pasó y lo que está pasando para llegar hasta ahí”, explica Elina, y agrega que otro elemento a tener en cuenta es el sistema de creencias del deportista, que determina cómo interpreta las cosas que le suceden. Una de esas cosas, tal vez de las más recurrentes, es la presión.
En el caso de los futbolistas, por ejemplo, la presión, dice Elina, no empieza cuando son grandes, sino también desde el baby fútbol, con la presión de los padres.
La salud mental en el mundo del fútbol
“Los futbolistas sacrifican un montón de cosas en pos de poder llegar a algo: ¿pero qué pasa cuando eso que se pretende no se alcanza, o si no hay un plan B? Muchas veces los deportistas jóvenes dejan los estudios, ponen todas sus expectativas en la carrera deportiva. Pero en el fútbol profesional, por ejemplo, solo un 1% de los futbolistas juveniles llega a Primera División. Y de ese 1% hay un porcentaje muy pequeño que será deportistas de elite. ¿Qué pasa si no les va como pretenden?”, dice Elina.
En el caso particular de los hombres, los números demuestran que la realidad es todavía más compleja en ese sentido: la mayoría de los suicidios son cometidos por varones. Y eso, dice Elina, tiene que ver con que todavía persiste la idea de que no está bien hablar de lo que se siente.
“Hablar de lo que nos pasa y de cómo nos sentimos está muchas veces como mal visto, porque parece que el deportista es alguien fuerte y que puede con todo; pero no es así, el deportista es una persona y le pasan un montón de cosas y no siempre puede con todo, y eso está bien. El tema es que se habilite a que ese deportista pueda hablar de cómo se siente. Recién ahora se está tomando más en cuenta la integración de psicólogos en los clubes, pero falta mucho camino por recorrer”, explica la especialista.
Camino por recorrer. Eso define mucho de lo que todavía resta por hacer para que la salud mental tenga el mismo nivel de protagonismo y cuidado que tiene la salud física en el fútbol. Y es que son casos excepcionales donde los clubes cuentan con un psicólogo especializado y donde los chequeos incluyen evaluaciones psicológicas.
“Al club que contrató, por ejemplo, lo que le interesa es que ese futbolista rinda. No le va a importar qué va a hacer cuando se retire. Pero cuando se apagan las luces del éxito, se terminó, y está en el deportista el tener recursos para poder afrontar la vida una vez que se acaba el deporte. Porque si llega el retiro y no tienen más nada que el deporte, va a haber una sensación de vacío, de estancamiento, de ya se acabó todo, una visión catastrófica. Pero si está preparado para ese momento, y tiene otros proyectos, otras cosas para hacer y otros objetivos, lo va a transitar mejor”, dice Elina.
¿Qué tiene para aportar la Psicología del Deporte?
La clave, considera Elina, está en la inteligencia emocional. En enseñarles a esos deportistas a reconocer y manejar sus propias emociones.
“Uno tiene que saber, conocer sus emociones, cómo manejarlas y cómo cambiarlas. Y todo eso se aprende. Si veo que me cuesta levantarme, si durante el día me siento deprimido, si no tengo motivación por lo que antes sí, si reconozco estas cosas, tengo que pedir ayuda, compartirlo con alguien. Hay que animarse a pedir ayuda”, dice Elina.
Para esto, los psicólogos especialistas en deporte trabajan principalmente en dos áreas: en el rendimiento deportivo y en la consulta clínica individual.
En cuanto al rendimiento deportivo, la Psicología del Deporte parte de la base de que así como se entrena el cuerpo para rendir mejor, también se puede entrenar el cerebro. Por eso, se trabaja en la atención, la focalización, la visualización, la mentalización de las ejecuciones técnicas de cada deporte, en la autoconfianza, entre otros. “Estar mentalmente preparado para una actividad influye en el rendimiento deportivo”, explica Elina.
En la parte clínica, en tanto, se trabajan aquellos aspectos que no tienen que ver específicamente con el deporte. “Un deportista también tiene problemas familiares, conflictos extra futbolísticos, porque está primero la persona y después el deportista”, apunta Elina, y agrega: “Todas esas cosas interfieren y lo afectan en su rendimiento y en su calidad de vida. Por eso, es muy importante que el deportista tenga un profesional para poder hablar y se sienta seguro para expresar lo que le pasa. Y que el profesional esté capacitado para detectar si hay sintomatología depresiva o de ansiedad, o si hay riesgo de suicidio o ideas de muerte. Todo eso hay que hablarlo”.
Pero esas señales de que algo no está bien no solo pueden ser detectadas por los profesionales. Las personas que rodean a los deportistas e incluso ellos mismos pueden estar atentos a conductas que deben llamar la atención. Y para eso, hay que conocerlas.
Conductas a las que estar atentos
Como veíamos, es importante que el deportista trabaje en el conocimiento de sus propias emociones. Que sepa identificarlas y modificarlas. Pero también que pueda pedir ayuda. “La depresión es tan limitante como cualquier otra enfermedad. Tiene una repercusión en todas las áreas de nuestra vida”, apunta la especialista.
Hay conductas o señales propias de la depresión, por ejemplo, que indican que algo no anda bien. Algunas de ellas son: la desconcentración, la falta de atención (que no se logra concentrar, que parece estar distraído o que no escucha), que llegue tarde a los entrenamientos, que tenga aspecto descuidado porque no se interesa por sí mismo, la pérdida de disfrute por cosas que antes motivaban y ahora no, que no entrena con las mismas ganas de antes, que parece no tener interés en lo que está haciendo.
También puede darse como un cierre en sí mismo, que implique un deterioro de los vínculos. Además, pueden suceder cosas como que coma en exceso, o que tenga problemas con el sueño (exceso de o falta de).
“Es un mito que quien se quiere quitar la vida no avisa. En el 90% de los casos hay señales previas”, agrega Elina, y señala que “del suicidio se habla, es un mito eso de que hablarlo genera más suicidios; al contrario, hablarlo habilita a pedir ayuda y prevenir”.
¿Cómo ayudar a un deportista ante alguna de esas señales?
“Lo primero es acercarse desde la empatía, preguntarle cómo está, desde el lado más humano, preguntarle si le pasa algo o decirle que se está a disposición si se necesita hablar en algún momento”, explica Elina.
En ese sentido, la especialista aclara que “no hay que tener miedo de preguntar directamente cosas como si ha estado pensando en la muerte o si no tiene más ganas de vivir”.
Ante cualquier señal de riesgo, lo importante es actuar. Por ejemplo, acompañando a esa persona a la emergencia de su prestador de salud, donde habrá psiquiatras y psicólogos que lo van a ayudar.
“Es necesario actuar, y ante cualquier señal no tener miedo de preguntar. La expresión emocional es muy importante para bajar la intensidad de la emoción”, dice Elina.
El hincapié, entonces, está puesto en hablar. En habilitar esas charlas que a veces quedan relegadas o que se siente miedo de tener por no saber por dónde empezar. Si mentalmente y emocionalmente no está bien, el rendimiento físico no va a estar bien”, apunta Elina, y concluye: “Hay que habilitar hablar de estas cosas. Antes que deportistas, son seres humanos”.